PARA VOLVER A ATRIO            FORO DE DEBATE         PARA INTERVENIR  

 PARA IR A LA PRESENTACIÓN INICIAL DEL LIBRO QUE ABRE EL DEBATE

INTERVENCIONES EN EL FORO SOBRE  AMAR EN COMILLAS

Las intervenciones aparecen en orden ascendente por fecha de recepción.

 Para ir a la primera INTERVENCIÓN.

 

 

35. 4.06.2005                       De Salvador G. Figueras, Barcelona

     Amar en Comillas podría llevar otro nombre,  el que Almodóvar puso a su última película inadecuadamente:  “La mala educación”. Una clara mala educación en manos de  pedagogos  con poca  sensibilidad y con una visión de Dios claramente distorsionada... Me ha gustado la entereza del protagonista que a pesar de la “mala educación” recibida, con certeza e intuición interior, acepta sin remordimientos el sereno  amor de su amigo sabiendo y sintiendo  que no hay contradicción profunda entre su vocación y su amor vivido de forma triangular. Cree  en  un Dios amoroso, comprensivo, entusiasta con la variedad de los amores que El mismo engendra. Un alumno que para sobrevivir sabe defender lo que no cree y no practicar lo que defiende, que con su mente y corazón limpio quiere hacer compatible amores aparentemente contradictorios y rechazar realidades claramente incompatibles. Sin duda esta novela  puede ayudar y animar a algunos cristianos , sacerdotes y seminaristas para admitir y pensar bien de lo que son y sienten y que, aunque se hayan comprometido a vivir en  continencia,  se animen a defender la creatividad y libertad de Dios que no tiene límites y puedan  orientar y comprender mejor a los jóvenes gay de hoy.  Una gran novela para un gran autor. Gracias.

 Salvador G. Figueras, Barcelona

 

34. 1.05.2005                          De Lucía Victoria Goller, México 

    Acabo de terminar tu libro. ¡Te felicito! Lo disfruté  y aprendí. Me gustó mucho tu protagonista y el amor que siente por Rosendo. ¡Una mujer daría cualquier cosa por ser amada  así!

Me sigue doliendo el hecho de que se siga inculcando  en la iglesia y en los seminarios ese enseñar a no sentir y a acallar lo que se siente porque es malo, especialmente si se siente algo por una mujer. Me gusta cómo a través del amor va madurando tu protagonista y al final termina fuerte, decidido, y sobre todo sincero consigo mismo (algo que creo es la clave para obtener la madurez).  

Lloré con la muerte de Rosendo, yo perdí a alguien a quien amaba mucho y sé lo que se siente. Quisieras dar en esos momentos parte de tu vida para devolvérsela al ser querido. 

Tu padre Riesco es como un personaje de película de terror, un ser enfermizo y maligno. Prieto me cayó bien, era el único que parecía más normal y honesto.  

Lo que dice tu iglesia de que salvar el alma es el objetivo de nuestras vidas no va muy de acuerdo con mi manera de pensar. Yo pienso que aprender a amar  es el objetivo de nuestro paso por este mundo. No vivir y sacrificarse para la vida en la eternidad. Eso es algo que no comprendo.  

Cuando el protagonista empieza a amar a Rosendo, a mi modo de ver, deja de temer  a Manolón y ¡¡empieza a amar la vida!!  

Creo que escribiste un libro fabuloso y sinceramente te felicito. Lo pudiste hacer porque eres una persona que puede adentrarse en el alma de sus personajes. Sabes de la naturaleza humana y eso te hace  un buen escritor. Mil gracias por haberlo compartido con alguien como yo.         

         Lucia V. Goller, San Miguel/Allende, Guanajuato, México

33. 10 .03.2005         De José de Jesús Molina Perales, México D.F. 

Pregunto a través del correo electrónico: “¿Aceptaría usted enviarme su novela “Amar en España”, si yo le envío la mía...?” Respuesta: “Hagámoslo”. Mensaje posterior: “Oye, no te ubicaba en la Península, porque no me daba cuenta que escribías desde México. ¿Qué te parece si hacemos allá el intercambio, pues justamente voy para allá?” Negociación cerrada, con definición de lugar, día y hora para llevarla a término.

 

Así pude leer la novela sobre la cual, durante más de un año, había estado siguiendo en Atrio intercambios polémicos de los lectores.

 

Me conmovió la historia de Alonso, el héroe que transita de una niñez toda ella sensibilidad memoriosa, hacia una pubertad atormentada. ¿Cómo no, si, con ojos de azoro, sin llanto, sufrió hambre, violencia y desamparo, en medio de las guerras entre “las dos Españas” y en los años de la España neutral, en el conflicto mundial que terminó con los atroces bombardeos de Hiroshima y Nagasaki? ¿Cómo no, si cotidianamente vivía el choque de su análisis inteligente de los datos, más las pulsiones sexuales, contra la tiranía de una educación religiosa basada en una visión miope de Dios, del hombre, del mundo y de la historia? El protagonista llega al término del relato por caminos de rebeldía progresiva, hasta la autoafirmación incruenta, llevada adelante, con ardor y desmesura erráticos, y consumada –¡finalmente entre lágrimas!– abriendo luminosos horizontes de libertad y amor.

 

La entretenida narración fue construida con huesos y pellejo novelescos. Pero podría ser leída también como tragedia, en la cual personajes enmascarados como razón y fanatismo, justicia e inhumanidad, belleza y vergüenza, amor y desamor, dios, servidumbre y libertad, lucharan a muerte en un escenario natural majestuosamente bello y salvaje. O acaso –por absurdo que pudiera parecer– como auto sacramental, en el cual el Amor (con mayúscula), dejándonos por necesidad en nuestra contingencia y finitud, nos propusiera la construcción sacramental de un mundo mejor, utilizando como signo de su causalidad supletoria, el raquítico amor –(con minúscula), el que a diario comúnmente nos damos–, bajo el compromiso de nuestra parte de aliviarlo de ignorancia, intolerancia, tacañería e inconstancia. O, más simplemente, como un ensayo sobre la educación bajo los auspicios del autoritarismo y la mojigatería.

 

Miré en José–Manuel el aura del noble guerrero viejo: ideales de joven y aún de armas tomar; pero llevando el corazón en la mano, dispuesto a una paz que seguramente no disfrutará. “¡Bueno, hombre, si alguien me ve con algo que él no tiene y necesita, y viene sobre mí a quitármelo, sólo estará haciendo justicia!”, comentó cuando le previne sobre los cuidados que debería tener, para su protección, al andar por ciertos rumbos de la Ciudad de México.

 

Pasó por acá, en la encrucijada de dos siglos, por tierras cuya conquista histórica le duele hondamente, lejos de la suya, victimaria. Profeta enviado al mundo para estremecer las “buenas” conciencias con su voz estridente.

 

 

José de Jesús Molina Perales es

Master of Arts por la Universidad de Alabama.

Jubilado del Tecnológico de Monterrey

Campus Estado de México
 

 

32. 10.03.2005.                   De Merche del Río. Santander

El libro me ha gustado. Por dos motivos principalmente. Uno de ellos es la descripción que haces de lugares que conozco y que adoro. Que a pesar de haber cambiado con el paso de los años, reconozco ciertos rincones de Comillas, Oyambre, La Rabia..., como si hablases de momentos actuales.

El otro motivo es la maravillosa forma de describir el amor existente en el seminario. No se trata de describir una simple relación homosexual. Ni siquiera se habla de sexo claramente. Se habla de AMOR. De un amor inmenso que sobrevive a prejuicios, normas, costumbres, leyes... Se describen sensaciones increíbles, que solo pueden entender bien las personas que han vivido o viven un gran amor.

Jose Manuel, el otro día, alguien me dijo......."Merche, recomiéndame un libro", y le conteste...."AMAR EN COMILLAS, de Jose Manuel Ruiz Marcos, una preciosa obra". No conozco a la persona, pero solo espero que lea el libro, y al menos, lo entienda y le transmita lo mismo que a mi.

                       Merche del Río, Santander, en carta al autor.

 

31. 18.02.2005.                   De Eduardo García Armendáriz. Madrid

Acabo de leer, muy rápidamente, varios de los escritos que aparecen en este "foro" y se me han removido las entrañas de mis recuerdos Comillenses.

    Nunca fui un  entusiasta "fan" del P. Nieto. Entendía que, en algunas cosas, -como todo ser humano- estaba equivocado, pero siempre lo consideré un hombre bueno y respetuoso de la conciencia ajena. Por ello, me duele que  lo traten con tanta inmisericordia.

     Sabido es que las vivencias personales suelen ser intransferibles en su integridad, pero las de algunos son demasiado obvias y en ellas se detectan graves quiebras intrapersonales: trastornos obsesivos, absoluta carencia de magnanimidad, resentimientos inconfesables, inanes apasionamientos y, por supuesto, la tolerancia y el equilibrio, cuya ausencia denuncian en otros.

        Mis recuerdos de Comillas son muy positivos, aunque comprendo que para otros no lo sean. En cualquier caso, sospecho que algunos de los que albergan en su memoria tanta amargura pudieran ser  aquellos que vivieron, con desmesurado apasionamiento y clamorosa falta de equilibrio personal,  su andadura estudiantil. Entonces les faltó sindéresis y ahora les sobre petulancia y dogmatismo. Quizás por ello son víctimas de vergonzantes resentimientos, que a todos nos afectan con harta frecuencia, corriendo el riesgo de caer en odiosas mezquindades

                                   Eduardo García Armendáriz es abogado.

 

30. 26.01.2005.                            De José Luis Marqués. Madrid

No quiero entrar en juicios de valor sobre la osadía del protagonista al llevar su amor a esas alturas, al enfrentarse al padre Riesco y al presentarse a la ordenación. Admito que es una novela y no sé si en la realidad alguien hubiera sido capaz de hacerlo. Creo que has querido llevar el asunto a esos extremos para que deslumbre más la fuerza de tu argumento a favor del amor por encima de la ley.

Entre las muchas cosas que aprecio en tu libro están éstas:

- La inteligencia con que has hilado la narración para mantener la tensión hasta la última página.

- La riqueza de datos sobre aquel mundo de la Cardosa, su historia y su entorno.

- La riqueza literaria con que describes unos lugares que muchos llevamos tan hondo en nuestro corazón.

- La psicología con que analizas la evolución interior de ese niño aturdido, luego adolescente ilusionado, joven enamorado y adulto rebelde.

- El tacto con que hablas de algunos personajes que se han hecho querer y las pinceladas crudas pero certeras con que pintas a un símbolo del santo que sigue siendo admirado aunque nunca imitable.

- El análisis de unas ideas teológicas llenas de contradicciones, de unas dudas que muchos se habrán planteado, de una crítica bíblica no bien conocida, de una moral escorada más al pecado sexual que a la injusticia.

Por encima de todo esto, admiro lo bien que has sabido expresar el amor. No dudo que hay en ti mucha inteligencia y también mucho amor pues tu novela está llena de ambos.

Te deseo que te sientas a gusto con la obra que has escrito porque tu conciencia te lo ha pedido. Que te sientas descargado de ella y sigas adelante con otros temas y con otros proyectos que sigan dando sentido a tu vida y a los dones que Dios te ha dado.

José Luis Marqués, Madrid, ex alumno de Comillas/Cantabria, miembro de la comunidad bahá’í y autor del libro

Cartas a un buen católico”.

 

29. 04.01.2005.                  De Albino Enríquez. Puerto de Sagunto

 Acabo de leer la novela Amar en Comillas. La he leído con interés, la sentía muy cercana como para no ser indiferente ante ella. Allí he pasado 13 años de mi vida (1.944-1957), los más importantes, los que más me han marcado. Creo que es una novela muy trabajada, que describe muy bien un sinfín de detalles, muchos curiosos, que uno ya había depositado en el baúl de los recuerdos y que ahora se han visto resurgir casi con agradecimiento; en conjunto la novela es fiel a aquella “extraña” realidad. Su crítica a aquel mundo tan cerrado es, en general, acertada; crítica, por otra parte, fácil de hacer desde una perspectiva de más de 50 años.

 Por razón de haber vivido durante tanto tiempo en aquel ambiente y hasta, creo, de haber participado seriamente de él, quisiera aportar un poco de luz a la comprensión de aquella situación.

 En primer lugar, la situación concreta vivida por el protagonista era prácticamente imposible en aquella situación: por ser un internado tan cerrado, sin contacto con el mundo femenino, era natural que por parte de algunos hubiera una cierta inclinación hacia la homosexualidad; con toda seguridad que se habrán dado más de dos casos de relaciones sexuales entre compañeros, pero era prácticamente imposible que, en aquel ambiente tan “presionado”, se llegara hasta el sacerdocio con una práctica como la de los protagonistas. Recuerdo que a finales de los 50 se comentaba que un ex-comillés había ingresado en el seminario, siendo comunista, para ordenarse sacerdote y actuar desde dentro con fines extraños: era imposible que un alumno pudiera aguantar esta prueba llegando hasta el final; pues, parecido. La novela en esto no es fiel a la realidad, aunque el novelista tiene derecho a sobrepasarla, siempre, creo yo, que con ello no la transforme sustancialmente, no sé si este el caso. Yo creo que por esto será rechazada por una gran mayoría de ex-alumnos.

 Sobre el P. Nieto: creo que en la novela sale un poco maltratado, aunque a veces se reconozcan sus méritos, su cercanía al mundo de los pobres... El P. Nieto era, por así decirlo, el ideal al que durante siglos se aspiraba en la Iglesia, era otro cura de Ars: era el modelo a seguir, la persona coherente con unos principios, era el admirado, el que desearían tener como director espiritual de seminario prácticamente todos los obispos de España; recuerdo que en una asamblea nacional de superiores de seminario, en San Sebastián, a la que asistí, él había sido elegido como director espiritual de la misma. En todas partes la formación que se daba en los seminarios era una formación monacal en la que los enemigos eran el demonio, el mundo y la carne. El P. Nieto era el “coherente”: si Cristo está en el sagrario, el sacerdote debe estar a su lado todas las horas posibles: “eligió a los apóstoles para que estuvieran con El”, era una de sus frases preferidas y él pasaba largas horas de la noche y del día ante el sagrario; el seguimiento de Cristo crucificado le llevaba a no tener cama, a su vida descaradamente penitente, etcétera. Pero el P. Nieto no había inventado el sistema: él era un fruto de este sistema. Por esta razón, merece un respeto que no se le da, creo yo, en la novela; sería triste que después de pasar una vida tan dura, de tanto desprendimiento y entrega, no se le reconociera al menos su sincera buena voluntad. Ya en aquel tiempo, no todos lo seminaristas estaban de acuerdo con la formación que él nos daba, pero en el fondo todos admirábamos su espiritualidad.

 Por último: el protagonista de la novela se ha creado su dios a su manera: su tesis de unir sacerdocio con la práctica de la homosexualidad, en el día de hoy no es válida ni con fe ni sin ella. La novela, pues, no da o no se atreve a dar ninguna alternativa.

 Yo le ofrezco al autor Ruiz Marcos, al que creo con posibilidades de hacer una buena novela, que hiciera una proponiendo como fondo la libertad de las personas para que no hubiera ningún religioso/a que “a la fuerza” se mantuviera en su status si honradamente no está de acuerdo con él, una novela en la que primara la coherencia, y no solo para dejar o no dejar el status sino también para ser libre en la fe. ¡Qué ONG más hermosa la que facilitara la libertad real de tantísimos que habiendo dado un paso leal en su día reconocen más adelante su equivocación o lo que sea!

 Lamento, por fin, que la mayoría de los que participan en la crítica de esta obra sean “ex-“, lo lamento pero lo comprendo.

                       Albino Enríquez es profesor jubilado del Instituto del Puerto de Sagunto (Valencia

 

28. 02.01.2005.                         El autor responde a sus lectores

El autor de Amar en Comillas recibe con frecuencia cartas de lectores que preguntan si la novela es autobiográfica; en caso afirmativo, les interesaría saber por qué motivos, tratándose como se trata de dar un testimonio, ha decidido el autor dar en su obra a la ficción un lugar tan amplio que ella puede llamarse novela. ¿Es ese el modo adecuado de tratar la realidad, mezclarla o amplificarla con la ficción?

Interviene de nuevo José Manuel Ruiz para responder a esta pregunta, tan frecuente como razonable.

AMAR EN COMILLAS es novela, no autobiografía; y la forma literaria de la ficción puede ser más real y testimonial que lo que llamamos “realidad“.

De una entrevista a Imre Kertesz (tomada del Suplemento Dominical de EL PAIS del 18.4. 2004, pág 16):

“La diferencia entre una autobiografía y una novela es que el escritor de una autobiografía recuerda, y al escribir se libera de sus recuerdos o los intensifica. El novelista no recuerda: crea un nuevo mundo. Aunque sea desde un punto de vista documental, todo el lenguaje de la escritura de la novela tiene que ser tal que (se refiere aquí a sus novelas Kaddisch, Sin destino, Liquidación) Auschwitz surja de allí; pero no como un recuerdo, sino como surgen El proceso o El castillo en las novelas de Kafka. Aunque existan en la realidad, él está creando en torno a ellas un mundo de ficción que tiene una forma, un comienzo y un final, una composición, un lenguaje y una estructura. De lo contrario, no podría llamarse novela".

(Imre Kertesz fue penado en Auschwitz y se refiere aquí a las novelas citadas, sobre todo a Liquidación)

Lo que hace de Amar en Comillas una novela sería, según Kertesz, su forma especial de comenzar, el momento escogido para cerrarla, el modo singular de terminar, la estructuración de las secuencias, el lenguaje empleado.

¿Qué hacer con tal afirmación?

A mediados de diciembre en Madrid del 2003, salió en EL PAÍS una entrevista con otro conocido novelista, el británico William Boyd, que afirma: “Los hechos pueden mentir y la imaginación te puede llevar a veces más cerca de la verdad que los hechos:” Es decir que, según este autor, la ficción puede ser más verdad que la realidad.

Yo creo firmemente en ello. Los hechos pueden, ellos solos, mentir. Y es entonces la imaginación la que consigue desmadejar la mentira y hacer que triunfe la Verdad.

 Aplicándolo a Amar en Comillas: El que la escribe vivió nueve años muy dentro de aquel sistema. Las normas rígidas en que se alambraban nuestras vidas, el rigor de las sanciones “legales” para las “amistades particulares”, la ausencia de toda información sobre los hechos que motivaban expulsiones fulminantes: eso era lo palpable, lo diario. A eso lo llamábamos la realidad de nuestras vidas. Como aquella “realidad“ era lo que se nos imponía y nosotros la aceptábamos, como nos sometíamos, como nadie protestaba de que se mandara compañeros nuestros a casa sin juicio, sin defensores, sin claridad sobre los hechos, nunca pudimos llegar a entrever siquiera la crueldad y el desprecio a la dignidad humana de aquellas normas y de las prácticas arbitrarias a que ellas daban lugar. La razón es muy sencilla: bastaba con los amagos, sin llegar ni siquiera a la consumación de los actos que parecían prohibirse; y digo parecían, porque jamás se nos declaró abiertamente en qué consistía la falta o el pecado, todo se dejó en la oscuridad. Cuando se aplicaba la sanción, con la expulsión y el echar tierra sobre el caso, todo el proceso terminaba y ni hacía ya falta ni era posible pasar a mayores.

“Si no hubiera delincuentes que transgreden las leyes y que suben por ello al cadalso, no imperaría la majestad de las leyes ni se manifestaría su notoria crueldad”. Cuando todos se someten, bastan las amenazas de decapitación y de exclusión social.

Aquí interviene la ficción como develadora de la Verdad, que el sistema con tanto interés pretendía mantener en la oscuridad. En mi ficción: Dos seminaristas de Comillas, a los 22 años y ya próximos a la ordenación sacerdotal, deciden –por buscar el amor y por el miedo a desairar a un dios inclemente que los ha elegido– transgredir las normas de Comillas; ambos y de común acuerdo llevan esa trasgresión al extremo que queda más allá, tanto de los amagos por parte de los delincuentes, como de las amenazas por parte de los preceptores. Esos dos estudiantes de Teología deciden amarse como pueden amarse dos varones y deciden asimismo recibir el orden sacerdotal. El amor a una mujer se le ha presentado al protagonista como tentación del demonio: Le queda otro camino. Ya tenemos dos claros delincuentes, decididos a quebrantar las normas hasta el fin.

¿Qué pasa entonces? Aquí aparece la verdad del sistema, hasta entonces malcubierta. Los vemos castigados por su entorno social a algo que jamás se dio en la realidad de la Universidad Pontificia de Comillas: a la clandestinidad (la bóveda) estigmatizados con la condena a muerte que pronuncia nada menos que el “santo” de la Casona, la instancia de la que cabía esperar piedad y misericordia: El padre espiritual, Riesco, pide a Dios que los mate antes de que puedan cometer el sacrilegio y cree que la muerte de Rosendo en la playa no es más que el comienzo de las ejecuciones, que Dios está de acuerdo. Cuando él, el Riesco que conocimos, le pide al crucificado que los mate, está él siendo - a mi juicio -absolutamente fiel a sí mismo.

Durante la ordenación hay un juego siniestro en torno al sigilo sacramental. Si Riesco se hubiera atrevido a contarle sus cuitas a los profesores de Moral, habrían ellos encontrado una “epiqueya” para liberarle de ese sigilo. El ser de la epiqueya, una figura curiosa en la Teología Moral, consiste en dar por hecho que “los legisladores no habían previsto al dar la ley un caso tan extremo como éste. Si lo hubieran podido prever, hubieran promulgado otra ley distinta”. Riesco no parecía conocer la teoría de la epiqueya. El novelista podría inclusive haber fingido esta excepción a la ley del sigilo sacramental; estuvo tentado de incoar este recurso que dramáticamente prometía mucho, pero no lo creyó necesario, tal vez por lo no tan fácil de entender. Pensó él que la ficción: –primero en la bóveda, donde dos seres son absolutamente dichosos amándose y sin hacer daño a nadie; luego en la escena de las disciplinas sangrientas de Riesco, con su condena a muerte para los dos delincuentes; y por último en la desusada escena durante la ordenación– bastaba ya como lente de aumento para hacer ver la realidad ; que esas tres escenas “ficticias“ no lo eran realmente, puesto que con ellas se sacaba a la superficie lo que todos barruntábamos, pero sin nombrarlo, sin adentrarnos en ello. Todo estaba allí, pero envuelto en un jeroglífico que nadie hubiera logrado descifrar: el novelista lo saca a la luz del día. Ningún historiador hubiera podido conseguir este sorprendente efecto.

Algunos me escriben que escenas como la de los amores en la bóveda o la de la ordenación sacerdotal, con la que se cierra mi novela, no son “creíbles” y ello porque no fueron factibles ni en aquellos años cincuenta del siglo pasado, ni lo serían tampoco hoy en día.

¡Claro que mis ficciones no son “creíbles”! En esa aparente contradicción pongo la fuerza y el dramatismo de la novela. Porque lo que estaba en el ambiente, lo que reinaba, lo que hoy aún, a la distancia de cincuenta años de aquellos hechos, nos sigue pareciendo creíble era el sometimiento a las leyes vigentes, a normas injustas. No hubo en la Comillas que conocimos delincuentes que decapitar. No hubo Alonsos ni Rosendos, solo los hubo en mi novela. No hubo rebeldes que protestaran. A los que iban tal vez camino de la delincuencia se les empuntaba a casa al rayar el alba y sin más explicaciones, ya en los síntomas del “pecado”.

Y ni siquiera ellos se rebelaban. Hubieran podido, por ejemplo, negarse a abandonar el Seminario. Los superiores hubieran tenido en ese caso que apelar a la fuerza, llamar a la policía. Podían los presuntos delincuentes haber exigido un juicio público antes de la condena, provocar el escándalo. Pero ninguno de ellos lo hizo. Nos habían inoculado a todos el veneno de la sumisión. Porque los espectadores tampoco nos rebelamos: todos nos sometimos, todos colaboramos silenciosos con aquél régimen de menosprecio a la dignidad humana.

El novelista rompe con esta “realidad”, acaba con todos los silencios y todas las cobardías, con las connivencias no solo de los alumnos, sino del claustro entero de profesores y hace ver que la llamada “realidad“ era moneda falsa, que todo eran tapujos, y hace intervenir la ficción de que dos delincuentes osen dar la cara y desenmascaren con ello a santos y a sesudos moralistas. Porque el profesorado de Comillas conocía los detalles de aquellas prácticas indecorosas, y callaba.

¡Como toda aquella sociedad! Todos callamos y nos sometimos. Esa es tal vez la razón de que, al acabar la novela, sintamos desazón; el autor fue el primero en sentirla. Porque su obra literaria le puso amargamente al descubierto sus grandes connivencias, su pecado de omisión. Nos faltó a todos la finura en apreciar cuándo fundamentales derechos humanos eran violados, cuándo se faltaba en nuestro trajín diario a la justicia, cuándo no se tomaba en serio la dignidad humana de cada uno de aquellos niños y adolescentes. Nuestro director espiritual y los profesores no supieron formarnos en la justicia, ni su ejemplo nos abrió en este punto una senda de luz.
Uno de los que se sometieron y callaron ha sentido la vergüenza de sus grandes omisiones y descarga su conciencia ahora. Rompe su silencio con medio siglo de retraso. 

José Manuel Ruiz Marcos

Obernstr.2

D-33602 Bielefeld (ALEMANIA)

Telef.desde España:00-49-521-894389

e-mail: jorumar@web.de

 

27. 23.12. 2004.                   De Ignacio Bartolomé Viejo. Valladolid.

Querido José Manuel:

Amar en Comillas no me ha dejado indiferente, mas al contrario ha producido en mí una sensación de agrado, liberación y expiación de muchos de los fantasmas que acompañan a la vida enterrando sentimientos, ilusiones y deseos. Ahora, José Manuel, es tiempo de escarbar la tierra ahuyentando la soledad.

Tengo la sensación durante toda la novela de que esta llena de verdad, porque es tu verdad y la he leído con un respeto infinito. Luis Algorri la denomina barroca; para mi es más bien, caravallesca, una obra de Caravaggio llena de lirismo, contra luz, descripciones precisas de los lugares y demoledoras de los personajes, que por lo que conozco –que no es mucho- son reales. Es autobiográfica, digna, llena de luz en la sombra de los tiempos oscuros.

El Hispano, el Máximo y la Universidad representan una década de mi vida, donde me entregué por completo a mi trabajo, con un entusiasmo y energía que me gustaría no perder nunca. He aprendido, soñado, compartido y amado en Comillas. Llevo en mis entrañas una experiencia que me ha ayudado a crecer. Tuve la suerte, junto con Ismael, Chisco y Yeyo de cerrar para siempre -ojalá no fuera así- los edificios donde tanta vida hubo. Te preguntarás quién es este arrogante que se dice el “cerrojo” de todo un hervidero de almas. Te estoy hablando de los habitantes de la Universidad de los últimos treinta años, los niños y niñas –quién lo iba a decir– de toda España, que han ocupado hasta el año 2000 los mismos lugares que tú me haces recordar intensamente. El último año acudieron, entre los dos meses de verano, a los Cursos de Inglés, unos 1100 niños y adolescentes, y contratamos a unas 230 personas. Mi agradecimiento a los jesuitas, compañeros y algunos amigos, por su confianza en mi trabajo es de siempre y para siempre. Dicho esto sé que la Compañía de Jesús es una madre anchurosa cual sotana, y como tal llena de bolsillos y agujeros donde menos te los esperas.

He traído a colación estos últimos años del viejo caserón, porque aunque a simple vista no lo parezca las aproximaciones y contradicciones de la existencia humana, de su intemporalidad, son patentes. En Comillas de 1940, regresabas a casa en verano; en ese verano de 2000 se llenaban las camarillas, los tránsitos, la sala de juegos, los comedores, la capilla San José… de niños y niñas que alborotaban, se reencontraban, jugaban, compartían y se “enamoriscaban” –si el Padre Nieto levantara la cabeza–. Ciertamente vivimos aquel lugar de forma diferente, pero lo vivimos. Cuantas veces he sentido que todo el silencio del “rojo“ –tránsito inmenso que se dirige a la capilla de San José– me hablaba de vosotros, de ti, de todas las personas que habitasteis y habitamos la Universidad, de vuestras ilusiones, de las nuestras, de las risas, del quebrantar las normas, del salir hacia delante aunque todos te señalasen con el dedo, de las frustraciones, de la sexualidad siempre presente y unida a los seres humanos, a cada uno de nosotros, niños y adultos.

No hay que empecinarse en la negación de lo que se siente, no hay que empecinarse en castrar y castrarse al amor. Tu protagonista lucha por liberarse de lo que le desconsuela, no se entiende, esta desconcertado, aturdido, solo. Siempre estamos solos, pero no lo digo con pesimismo, lo digo con esperanza, porque es verdad… Somos “espejos hoy donde reflejarnos”, donde no dejar de mirar nuestra infancia y adolescencia que pasó, marcó nuestra existencia para siempre y hoy observamos melancólicos, pero firmes y vivos. Gracias por tu testimonio, tu libertad y tu liberación.

IGNACIO BARTOLOMÉ VIEJO. Licenciado en Derecho, Psicopedagogo y Maestro de Educación Especial. Valladolid.

 

26. 11.11. 2004.           De Luis Algorri (Madrid)

Conocí al autor por casualidad, en la presentación de otro libro. Ya tenía curiosidad por "Amar en Comillas": había leído en este foro muchas opiniones ponderadas y las soflamas talibanescas del padre Garralda. Abordé a José Manuel, le pregunté por el libro, él llevaba uno encima y... me lo vendió, zas, allí mismo, quince euros a tocateja, delante de todo el mundo. Me leí el libro con una sonrisa que no se me caía de la boca. Yo, como el protagonista de su novela, también soy gay, también me he educado con los jesuitas (no en Comillas sino en León), también he tenido que padecer a muchos "padres Riesco" (por no hablar de los Garraldas), también he sufrido el trauma de que intentasen amputarme la sexualidad, también he amado a escondidas en lugares inverosímiles y también he escrito y publicado, en forma de "novela", lo que no era sino el relato, adornado pero no mucho, de algún episodio de mi vida. Así que, salvando la diferencia de edad y las circunstancias, me sentía yo reflejado en la novela de José Manuel Ruiz Marcos.

Me ha gustado. Me ha gustado mucho. Hombre, su lenguaje es muy barroco, muy emperifollado a veces, recargado y excesivo; la acción central se distrae con frecuencia en digresiones, descripciones y anécdotas que no añaden demasiado al esqueleto de la historia. Pero de nuevo esas posibles pegas son lo que menos importancia tiene. La novela tiene la fuerza tremenda del testimonio directo, aunque José Manuel haya pensado a veces que se quemaba y se haya callado (porque estoy seguro de que se ha callado) muchas cosas que sin duda sabe o vivió, y que ha preferido eludir quizá por no cargar demasiado las tintas. Algo de miedo atávico sigue quedando ahí, y es del todo comprensible.

Las descripciones y escenas que la hueste de garraldas considera "fuertes" o "atrevidas" (ay, la escenita del saco de dormir; ay, la carta leída en voz alta al jupiterino "Riesco", sin la menor duda un obseso sexual él mismo) a mí me parecen de un tierno, de un angelical y de un ingenuo que, repito, me hacen sonreír con toda la buena fe del mundo. A mí me parece conmovedor que un hombre de la edad y de la trayectoria de José Manuel haya escrito un libro como este: sin duda, la novela que Martín Vigil soñó toda su vida con escribir desde "La vida sale al encuentro", y se murió sin atreverse. Le ha echado un tremendo valor. Se ha enfrentado con su pasado, con su juventud, con la época de su formación como persona, y ha ajustado cuentas sin duda con más generosidad de la que se merecían quienes le amargaron la vida. Lo que me sorprende desagradablemente es que haya caído, o pueda caer, en la tentación de sentirse un héroe, o protagonista de algo: que José Manuel trate ahora, medio siglo después, de entrar en debate con el actual rector de Comillas, sea quien sea, o con los ex compañeros de aquel centro, o con cualquier género de garraldas. Eso no tiene sentido. No le van a hacer ni caso (pero si pretenden beatificar al padre Nieto, ¿dónde se cree este hombre que va con lo del "diálogo" sobre su novela?) y el poco ruido que pueda hacer no tendrá, creo yo, nada que ver con las nueces que ha escrito, que ahí están, son muchas y se defienden solas. Yo desearía que José Manuel escribiese otra novela. Seguramente no lo hará: lo que quería decir, lo que tenía que soltar después de llevarlo tantos años encerrado en el alma, ya lo ha soltado. Y lo ha hecho muy bien. No es la mejor novela del milenio, pero no tenía por qué serlo: ni la mejor. Sigo con la sonrisa colgada de la boca. Y felicito de todo corazón al autor. Bien empleados estuvieron aquellos quince euros y las miradas de pasmo que todos nos dirigieron durante la transacción...

      LUIS ALGORRI. Periodista. Autor de la novela

"Algún día te escribiré esto" (Ed. Egales)

 

25. 04.11. 2004.   De José Centeno (Valladolid)

Después de haber trascurrido unos meses de leer AMAR EN COMILLAS confieso que me ha gustado y disgustado al mismo tiempo. Magnífica literatura. Excepcional descripción de Comillas, el paisaje y la vida en el seminario y Universidad. Reviví, mientras leí con gran placer, los 11 años que permanecí en Comillas. Se recrea demasiado en la relación homosexual en un lugar poco creíble. Un poco de morbo. Lo más normal es que hubiera sido en las propias habitaciones de los interesados. Claro que entonces no se podía entrar en las habitaciones de los compañeros, teníamos que tener al menos el pie en el pasillo (?). Estupenda novela. Yo estuve allí una década más tarde y lo pasamos muy bien porque nos acostumbramos a desobedecer y a incumplir todos los reglamentos porque eran inviables. Por eso a partir de los años 55 no ha salido ningún obispo de Comillas, cuando otrora fue mina de prelados. El famoso Padre Riesco, santo director espiritual, fue depuesto porque los "teólogos" y filósofos únicamente le respetábamos. No había una conexión con nuestra mentalidad, ni una simpatía en el concepto original de esta palabra. Con la ayuda de nuevos profesores llegados de Alemania nos ayudaron a dar la vuelta a la rancia teología escolástica como se hace con un calcetín, también con la ayuda de aquel magnífico servicio semanal de libros que ponía en nuestras manos lo último de teología y filosofía que se publicaba (El Museo Parroquial, que conseguía todos los libros con un 30% de descuento). Nuestros grupos de espiritualidad y especialmente los de apostolado del mar, mundo rural, mundo obrero...nos prepararon para el mundo que se avecinaba. Claro que estas actividades de los grupos y del servicio de libros eran autónomas de los seminaristas y solamente toleradas por la cúpula. La palabra sexualidad no existía. Educación sexual u orientaciones sexuales por supuesto no entraban en la formación. Era así en todas partes... ¿Existían las relaciones homosexuales? No, pero -como las meigas- haberlas las podía haber; no se hablaba de este tema; relaciones afectivas por supuesto que eran frecuentes como en todos internados de jóvenes de aquella época con una mentalidad tan cerrada. Aprendimos también a leer y estudiar muchas horas y también a organizar largas tertulias sobre todo lo divino y lo humano infringiendo, claro está, el reglamento; eran muy provechosas y profundas.

               José Centeno exsacerdote de la diócesis de Valladolid.

 

24. 04.08. 2004.   De José Miguel Rodríguez Fernández (Valladolid)

Al recibir el libro, me fijé en la cita de Walter Benjamin con la que comienza*. Y me gustó mucho. Me pareció repleta de sentido, sentimientos y realidad. En muchas ocasiones sólo la soledad nos devuelve a rumiar lo que realmente nos importa. Incluso cuando estás en "esa soledad rodeada de gente" en la que hoy a veces nos vemos inmersos".

José Miguel Rodríguez Fernández, Profesor de Economía Financiera, Universidad de Valladolid.

*La cita a que se alude es:“La hora del nacimiento de una novela es la de la soledad de un hombre a quien urge hablar de los temas que le han perseguido en la vida“. (Walter Benjamin)

23. 20.07. 2004. Premio a la novela en Asturias

Dentro de las celebraciones de la Semana Gay en Gijón ( Asturias) hubo un acto público en el que le fue entregado a José Manuel Ruiz el galardón “Triángulo Rosa 2004”, que recuerda en su forma y su color al estigma en tela que los acusados de homosexualidad debían ostentar sobre sus vestidos en los campos de exterminio nazis. La revista del colectivo gay lo comentaba así:

TRIANGULO ROSA 2004.

”José Manuel Ruiz Marcos. Autor en la novela "Amar en Comillas".

Nuestro galardonado nació en Ujo, en 1926 y plantea en su obra, presentada ante los medios asturianos el 17 de mayo de 2004 (LNE del 18.07.04, pág. 25), la vida en la Universidad Pontificia de Comillas (Cantabria) en los años de posguerra. Las relaciones homosexuales del protagonista, en el asfixiante ambiente de los años 40 en España y en un centro religioso, ha levantado ampollas en algunos sectores clericales. La valentía y el tacto en el planteamiento, y el no oculto deseo de que la Iglesia Católica o, al menos, su jerarquía, cambie de planteamientos con respecto a la homosexualidad, es lo que a juicio de nuestra asociación le hacen meritorio de nuestro premio. Es necesario que la Iglesia medite sobre sus actitud de odio y desprecio hacia el colectivo GLBT y si es gente ligada a esta institución quien lo plantea, no puede sino llenarnos de esperanza y satisfacción. Aunque el galardonado reside habitualmente fuera de nuestro país, esperamos contar con su presencia en nuestro Acto Político-Institucional y le damos nuestra enhorabuena por esta novela y por el debate que ha abierto en el seno de la confesión católica”.

Para el lector interesado incluimos aquí (PINCHAR) el discurso del galardonado durante el acto de entrega del premio.

 

 

22.    4-7-2004       Entrevista al autor en LA NUEVA ESPAÑA de Oviedo.

El domingo día 4 de Julio publicaba LA NUEVA ESPAŇA  de Asturias una entrevista con el autor de Amar en Comillas, cuya lectura queremos recomendar a nuestros lectores. Dentro de su concisión, aboca casi todos los temas importantes de la obra, enmarcándola certeramente en su dimensión religiosa, política y social. de la España de las entreguerras.  Un éxito para las acertadas preguntas del entrevistador, Javier Morán.

Nos ha satisfecho  lo bien que deja el autor a la, sin embargo criticada, Compañía de Jesús del siglo pasado, al juzgar su actuación fulminante contra inicios de pederastia; su elogio al Arzobispo  emérito de Oviedo, Gabino Díaz Merchán, y su interpretación, naturalmente discutible, de las posibles razones que inclinaron a algunos obispos a tratar con benevolencia a curas culpados de abusos sexuales a menores.

 

21.    3-6-2004          Presentación del libro en Oviedo el 17-05-2004.

 

El día 18 de Mayo publicaba La Nueva España de Oviedo una información sobre la presentación del libro Amar en Comillas. El texto de ese artículo, publicado también en la  excelente edición digital del diario que tantas veces he consultado, puede encontrarse aquí. AD

 

20. 28-5-2004          Una carta sin respuesta: del autor al Rector. 

 

El autor de Amar en Comillas nos escribe:

Antonio,

de nuevo desde Bielefeld, quiero pedir que se publique en atrio mi segunda carta al Rector de la Ponti. Yo ya sabía que el P.Busto no me iba a dar el gusto, pero me interesa muchísimo que se sepa que yo he querido abrir el diálogo y que no me escondo. En Madrid alguien me dijo que al Rector de la actual Pontificia no le puede interesar ni un comino todo aquello de Cantabria, que sesenta años en la Globalización valen casi por seiscientos, y que lo que dicen algunos curas, que mi novela va a destruir o a poner en peligro la fama de La Universidad es un sueño de vejetes  ingenuos. No obstante, el Rector, que tiene más medios que yo para hacerlo, podría ser educado y mandarme un e-mail o decirme eso, que no me preocupe, que cometer un pecado mortal es mucho más difícil de lo que parece: hace falta inteligencia, logística, apoyo internacional etc. hasta para condenarse.

Un abrazo

JoséMa

 

Esta es la segunda carta del autor que, como la primera (ver) no ha tenido aún respuesta:

 

Prof.Dr.José-Manuel Ruiz Marcos
Obernstr.2
D-33602 Bielefeld (Alemania)
Tel.desde España:00-49-521-894389
e-mail: jorumar@web.de
 

Excmo. P.Rector de la
Universidad Pontificia  Comillas ICAI ICADE
Alberto Aguiilera, 23
Madrid
                                                                  Bielefeld, 30 de abril del 2004


Muy estimado Padre Rector:

El pasado 21 de Febrero estuve en la antesala de su despacho, después de haberle llamado por teléfono en la mañana del mismo día. Dejé en manos de su secretaria una carta dirigida a usted así como un ejemplar de minovela "Amar en Comillas", esperando que la leyera y confiando en que tal vez algún día me transmitiera su parecer sobre la misma: Allí mismo le decía, y se lo repito de nuevo, que estoy dispuesto al diálogo sobre mi libro   con Vd. y con  representantes de la Universidad.

Quiero comunicarle que voy a estar en España entre los días 14 y 26 de Mayo, y que tendría sumo gusto en visitarle y de entablar con Vd. o con quienes Vd. disponga un diálogo abierto sobre mi novela.
Si se ha asomado a <http://www.atrio.org verá qué pareceres tan diversos hay sobre ella: Algunos exalumnos de Comillas/Cantabria la juzgan muy negativamente y dicen allí que mi novela denigra los valores de esa Universidad.

No ha sido ese mi intento. Es cosa clara que mis críticas, que ciertamente las hay, no afectan a la actual Universidad; se refieren al Comillas de los años 40 del pasado siglo, y a la Compañía que entonces nos regentaba.

Como no tengo aún ideas claras sobre mis movimientos por España, sólo sé que deseo visitar a mi familia en Asturias, ir además a Cantabria y a Madrid, sería maravilloso que Vd. pudiera elegir cualquiera de esos días entre el 18 y el 26- para permitirme una visita y para, si es posible, hablar sobre este tema con Vd  o/y miembros de la Universidad.Le agradecería, si quiere invitarme, que me indicara dos fechas>para elegir.Si sólo me da una, la aceptaría sin más: tal es mi interés por entrar en el diálogo. Hasta mi salida de Alemania el día 14 de Mayo, puede dirigirse directamente a mi teléfono; después, usar del correo electrónico, ya en su poder.En espera de sus gratas noticias le saluda cordialmente
                                                                     José-Manuel Ruiz Marcos

 

19. 27-5-2004          De José Mª González Muñoz (Madrid) 

 

Acabo de conocer personalmente a José Manuel Ruiz Marcos, en Madrid, tras haber leído su libro Amar en Comillas. Hemos tomado un café y hemos charlado un buen rato sobre lo divino y lo humano. Lo mejor: creo que hemos congeniado, que ha surgido entre nosotros eso que hoy en día se llama “química”. Yo, como él, “excomillés” –aunque sólo por un año estuve en la Universidad de Comillas, de la que me fui para volver a mis estudios de Derecho, en el curso 52-53– he revivido en el libro citado el ambiente, perfectamente descrito por su autor, de aquel tiempo y de aquellos lugares que no olvidaré. Y en aquel tiempo y en aquellos lugares padecí la enseñanza de una espiritualidad que ya desde niño –no en vano estudié en el colegio Areneros, de Madrid, con los jesuitas– me venía enfermando el alma, un alma que, por creer tener vocación, se me llenaba cada día de una alegría nueva, de un amor por la vida, por la Vida, a la espera de mi encuentro con un Dios que no podía ser aquel del me  hablaban, tenebroso, vengativo, creador  de un infierno de eternidades (El, el misericordioso, el Padre), increíble ejemplo de contradicciones que no se compadecía muy bien con lo perfecto de su esencia.

Mi estancia en La Cardosa  no pasó de un  curso, como he dicho. Toda esperanza hube de abandonar, yo que entré en ella, de encontrar otra forma de ser cristiano acorde con mi fe que no era la fe al uso. Mi decepción fue atroz: el Dios de allí era el mismo que yo trataba de expulsar de mi espíritu: era el dios de la Congregación de los Kostkas, de los Luises, a las que pertenecí; el dios de las prohibiciones de mirar a las muchachas, de los cilicios para mortificar la carne (¡la carne que El nos había dado!); el dios de los poderosos; el dios de los jerarcas que se albergaban en palacios arzobispales, o en fincas de cardenales, o en el lujo del Vaticano y nunciaturas. Y allí, en Comillas, el dios terrible castigador de las llamadas “amistades particulares” (como si pudiera haberlas generales), es decir, el dios negador del afecto que naturalmente surgía entre compañeros a los que les estaba vedado tener relación alguna con mujeres. Yo, desde mi edad de veinte años, veía encenderse y abrasarse y consumirse a muchos adolescentes que no podían dar expresión a aquel despertar de los sentidos que en la vida corriente y civil tenían tal posibilidad. ¡Qué fiebre, qué inquietante brillo el de  algunas miradas! ¡Cuánto dolor ya en vidas tan jóvenes!

Ahora, hoy, yo me sigo preguntando cómo esta Iglesia Católica se dice ser la representante de Jesús: ¿cuándo Jesús dijo de condenar al tormento y la hoguera a quien no pensase como él?, ¿cuándo habló de poseer riquezas?, ¿cuándo despreció a las mujeres creyéndolas sólo unos seres lujuriosos o sólo destinados a ser las receptoras de la semilla del varón, como leemos en San Agustín, en San Jerónimo, en Santo Tomás en pasajes que horrorizan por su mal gusto y crueldad?, ¿cuándo Jesús habló o condenó el amor entre varones o dijo de la homosexualidad ser contra natura? Pero, ¿qué se hizo de sus enseñanzas y ejemplo a lo largo de dos milenios de historia tenebrosa por parte de quienes se dicen sus discípulos? Porque salvo ejemplos maravillosos de gentes que han dado todo por los demás,  o santos como Francisco de Asís o Juan de la Cruz  -y así les iba- o ahora gentes como Casaldáliga -y así les va- la Iglesia oficial da de comulgar por mano de su Papa a Pinochet; el nuncio vaticano juega al tenis con el almirante Masera; canoniza a un espantajo en todos los órdenes como Escrivá y ni se acuerda de santos como Ellacuría o monseñor Romero... ¿Cómo se atreve esta Iglesia –incluyamos sus fallos pederastas y ambiciones monetarias– a condenar por boca de los Garralda, Monte Cabañas, Renedo Hinojal, Mascarell, etc., el libro de Ruiz Marcos? ¡Hipócritas, raza de víboras, sepulcros blanqueados!

Libros como éste hacen falta, libros que inquieten las conciencias y desenmascaren la pésima educación que recibieron los que iban a ser sacerdotes en el futuro; libros como éste, maravilloso y conmovedor en la descripción del desenvolvimiento de un amor lleno de matices de lo mejor del ser humano.

 

Jose Mª González Muñoz,  Licenciado en CC. Políticas

y Sociología. Abogado.- Madrid

 

18. 9-5-2004          De Vicente Conejero (Alicante) 

 

La elección del titulo de la novela Amar en Comillas ya se presta a la polémica y todavía más el subtitulo: Sendas clandestinas para amores imposibles.

La razón es la siguiente: se trata de un amor fuera de lo corriente: un amor homosexual  y en un entorno en el cual está prohibido todo amor humano distinto del amor de Dios y  del amor a la Virgen Maria,  no digamos ya de un amor entre seminaristas aspirantes al sacerdocio que será considerado como un pecado contra-naturam.

La temática es muy variada y se extiende desde la infancia del protagonista  hasta la culminación de su vida con la ordenación sacerdotal.

El Libro Primero comienza con retazos de la Guerra Civil española y la cruel represión  contra los vencidos llevada a cabo por Franco después de la victoria. Represión que fue bendecida y apoyada por muchos miembros de la jerarquía eclesial, sin que se levantara apenas una voz condenando las diarias matanzas. Anesio, hermano del protagonista, fue una de las victimas de la anterior oleada de venganza en la Asturias roja. Este hecho le marcó de por vida, ya que tan solo contaba con diez años de edad. “Entonces -nos dice- aprendí el color y los ademanes de la soledad y del miedo a la muerte”.

Ya en el Seminario menor comienza para el protagonista un periodo de formación similar al que se daba en casi todos los seminarios españoles de la posguerra.

Una formación basada en una espiritualidad bastante alejada de la racionalidad y fundamentada en un  dualismo absurdo en el que se le atribuía al cuerpo toda clase de pecados y que por tanto había que castigarlo con disciplinas, cilicios, sacrificios, penitencias para, de este modo, domar al potro salvaje y cuidar el alma de su posible perdición.

Para atender  la vida espiritual de los seminaristas se había nombrado Padre espiritual a Manuel García Nieto S. J, bautizado en la novela con el nombre de P. Riesco.

La figura de este hombre está muy bien pintada, distinguiendo claramente sus virtudes como eran su amor a los pobres, sus obras de caridad, su rectitud de conciencia… y el aspecto no tan positivo como era el creer que uno es más espiritual y está más cerca de Dios cuanto más se sacrifica y maltrata su cuerpo. “No supo nunca amarse a sí mismo” nos dice el autor.

Apruebo la semblanza que se hace de este hombre  al escribir de él: “Tuvo durante largos años demasiado poder sobre las almas de los niños y jóvenes a los que no supo formar… Era una carga excesiva para sus hombros”.

 

Padres Riesco había muchos  en los seminarios españoles de aquellos años. Eran hombres de buena fe que se refugiaban en una mal entendida espiritualidad para disimular su cortedad intelectual. Estaban convencidos que la pureza era la reina de las virtudes y los sentidos y el sexo podían llevar al mayor de los pecados. Creían  firmemente en el absurdo dualismo antropomórfico del ser humano: cuerpo y alma. El cuerpo era el potro salvaje culpable de todo y al que había que castigar.

Esta filosofía, a nivel personal, no hubiera tenido graves consecuencias, pero ya puestos a modelar a los futuros sacerdotes era un gran peligro.

¿Por qué? Porque con estas ideas los que no sabían o no podían reaccionar a tiempo no llegarían jamás a ser felices, ni dejarían que lo fueran las personas a ellos encomendadas. El sentimiento de culpabilidad grabado a sangre y fuego en sus almas se encargaría de ello.

Coincido plenamente con lo que escribe Celso Alcaina en el Foro  de debate abierto en Atrio: “Estimo que el fardo que el Padre Nieto echó injusta y erróneamente sobre nuestros hombros es difícilmente eludible. Sus consecuencias negativas nos enterrarán. Sin cuestionar su buena fe, el P. Nieto es el ejemplo a no seguir”.

La formación intelectual estaba adecuada a la misión que se atribuía los que se preparaban para ser dignos y ejemplares miembros de la Compañía de Jesús. Se estudiaban muchas cosas inútiles para la vida sin negar que la formación humanística solía ser más completa que la que se daba en las escuelas e institutos públicos.

En cuanto a la formación o más bien deformación  sexual que se imponía en Comillas, como en Orihuela y en casi todos los seminarios de la posguerra el autor  de la novela la describe con  trazos históricamente verdaderos. En mi novela  La Primavera llegó tarde  se dan muchas coincidencias con la de José Manuel Ruiz y  también a la hora de criticar aquella formación que nos proporcionó tantos sinsabores y que nos costó enormemente liberarnos de ella.

 

 “Prohibido tocar”, “Las amistades particulares”, la castidad, la mujer como peligro, “Los mayores pecados se cometen en la cama”. Este conjunto de principios disparatados impuestos a unos muchachos hambrientos de afecto y de cariño estaban llamados al fracaso, en la mayoría de casos.

El autor de Amar en Comillas nos describe los primeros amores del protagonista; primero  es Consuelo, aquella chiquilla de su pueblo que conoció en las vacaciones estivales y le descubrió el mundo de la mujer Después, ya en el internado la atracción hacia alguno de sus compañeros, como Marco hasta que todo su afecto se centró en Rosendo que llegaría a ser el gran amor de su vida. “Allí –escribe- iba a vivir los próximos trece años, los de mi adolescencia y primera juventud. Allí iba a abrirme a la vida, al amor, a los anhelos indescifrables de la pubertad”.

 

Las criticas  apasionadas que algunos de los que intervienen en el foro hacen a  favor del Padre Riesco llegando a insultar a José Manuel Ruiz creo que no tienen razón. El autor de la novela no le quita ningún mérito al padre espiritual; reconoce sus virtudes y también sus limitaciones. Expresa, simplemente, su opinión sobre este hombre y sobre su modo equivocado de entender y vivir su religiosidad  y tratar de transmitirla a los seminaristas.

Me llama la atención la figura de Manolón, el “pegador”, un  personaje perverso que se dedica a pegar a los niños que se portan mal. Y la tipificación que hace con Dios: “la faz de mi dios”. “Y comencé a ver a Dios con aquella cara”  “El vengador por sistema, el dios que, según Riesco, no me iba a dejar morir más que una sola vez; después, me regalaba la inmortalidad, feliz o desgraciada”.

En el fondo hay una rebelión contra esa imagen de Dios que presentaba la iglesia y que se enseñaba en los seminarios.”El dios que me fue presentado en Comillas en los años 30 y 40 del pasado siglo, era una criatura de aquella época y de aquel ambiente. Era él uno de nosotros; cruel y engreído, rencoroso y vengativo, intransigente e inclemente; bueno a veces y lleno de misericordia”.

La idea de un dios justiciero nació de una cultura machista y demandaba un dios juez con un cielo y un infierno a donde enviar a los buenos y a los malos después de ser juzgados.

 “Si hay condenados a un infierno eterno Dios ha fracasado. La existencia del infierno es la eterna vergüenza de Dios” (Leonard Boff)

En este sentido mi pensamiento coincide plenamente con el de José Manuel Ruiz y me rebelo también contra esa imagen de un Dios que necesita un juicio  para castigar o premiar a los humanos. Que exige la brutalidad del sacrificio de su Hijo expresada en la Pasión de Cristo de Mel Gibson para sentirse aplacado por los pecados de los hombres.

Esa imagen de Dios está vigente en muchas mentes conservadoras dentro y fuera de la Iglesia. Prueba de ello es la aceptación que  ha tenido la película de Gibson; una película que rebosa odio y violencia desde el principio hasta el final.

La trama de la novela: se trata de dos estudiantes de Comillas que se entregan a un amor homosexual y deciden llegar al sacerdocio. Uno muere trágicamente y el otro, el protagonista llega a la meta.

El tema en sí es difícil, polémico y complejo ya que rompe todos los esquemas y programas del medio en que tienen lugar los hechos. En la novela se acepta con complacencia la homosexualidad como una forma más de amar. Es difícil ser imparcial ante este tema y más dadas las circunstancias  concretas de la época e incluso en la actualidad.

Creo que el autor ha tenido mucho coraje en plantearse este enfoque de la novela y llevarlo a término con todo lujo de detalles. Yo no me hubiera recreado tanto en la forma de desenvolverse esa relación amorosa.

Respeto a los homosexuales. Ellos viven un mundo amoroso que solo ellos conocen bien. Los que se escandalizan y condenan esta relación creo que desconocen que en cada hombre hay una mujer dormida, y en cada mujer un hombre. Que sin pretenderlo, y sin responsabilidad de ninguna clase, a veces, este fenómeno brota con fuerza imparable rompiendo nuestras ideas preestablecidas. La sensatez, lo racional no es condenar, sino respetar a las personas que se ven envueltas en esa circunstancia.

Para terminar diré que yo también publiqué en el año 1998 una novela muy semejante a la de José Manuel Ruiz titulada: La Primavera llegó tarde [pedidos al autor: vicenteconejero@ono.com. Nota del moderador de Atrio] .

En muchas cosas coincidimos, aunque mi libro transcurre en un espacio distinto y por otros derroteros. Tiene cierta semejanza, porque en mi novela se revive  la formación que se daba en los seminarios  por los años 50-60, con un protagonista concreto  y después, su paso  como párroco por distintos pueblos.  

Al autor de la novela Amar en Comillas le diré que, a pesar de las criticas negativas, de los insultos y vejaciones que va recibiendo desde distintos ángulos y que revelan las mentalidades más o menos evolucionadas, que no haga el más mínimo caso, que has expresado de forma magistral lo que llevabas dentro aunque sabias sus consecuencias.

 

Cada cual tiene que recorrer su propio camino y tu lo has recorrido y te digo lo mismo que le dice Ricarte al protagonista, tras ser ordenado sacerdote.¡Se siempre fiel a ti mismo!

VICENTE CONEJERO, profesor jubilado de Historia

 en la Autónoma de Barcelona. Alicante

 

17. 22-4-2004          De Santos Campomanes García(Asturias) 

De Patán de Ujo a Patán de Dios:

Amigo y hermano Jose Manuel, he leído tu novela demasiado deprisa. Pienso releerla con calma y, luego, si tenemos ocasión, comentarla contigo. La critica literaria no es mi fuerte. En Internet he leído las opiniones de diversos críticos sobre tu novela, favorables unas, otras adversas. Las encuentro muy atinadas y razonables todas, excepto la furibunda filipina del P. Garralda. Debe creerse el "Manolón" de tus terrores infantiles. Por él va lo de patán de Dios, pues me parece que no ha leído ni meditado suficientemente lo del Evangelio de San Lucas capitulo 6-37,38 : "No juzguéis y no seréis juzgados" y "En la misma medida que midieres serás medido". Encuentro su carta tan inhumana y falta de caridad cristiana, que, puesto a fantasear, me lo imagino como un fariseo superpuro que después de leer en el suelo:"el que este libre de pecado que tire la primera piedra", no habría dudado en lapidar a la pobre adultera en presencia de Jesús.

Santos Campomanes Garcìa, ex-jesuita, jubilado de la enseñanza.

 

16. 5-4-2004          De Fernando de Orbaneja (Madrid) 

Don Fernando de Orbaneja, después de asomarse  a este Debate en Atrio, donde se había incluido su anterior intervención, se siente impulsado a escribir de nuevo al autor. He aquí su carta, fechada el 5 de Abril de 2004:

 He leído en Atrio Las  críticas a su libro Amar en Comillas y no puedo por menos de romper una lanza en su favor.

 Es lógico y humano que las reacciones de sus antiguos compañeros sean enérgicas y hasta insultantes, porque les duele la verdad y tratan así de eludirla o de no querer verla. Es indudable, como digo ya en mi libro Lo que oculta la Iglesia  (Espasa Calpe) que se ve, se oye y se cree aquello que se quiere ver, oír y creer.

 Todos hemos sufrido en la vida grandes y dolorosas decepciones, sobre todo cuando afectan a las creencias religiosas, políticas, familiares, sociales, etc. Creíamos en una idea política y resultó un fiasco; creíamos en un amigo o en un familiar y resultó un falso. Mucho peor, creo yo, es cuando esto afecta a las creencias religiosas. Cuando se ha creído que la Iglesia es una institución espiritual y pura y se descubre que no tiene nada de pura y que es tremendamente materialista, cuando se percata uno de que las creencias cristianas, aparte de no ser originales, están basadas en conceptos muy poco o nada consistentes o falsos: la decepción es pasmosa.

 Si tenemos inteligencia será para utilizarla, para hacerse preguntas, para buscar la verdad y no para emparedarla entre dogmas y normas. Porque no es la verdad (que siempre es relativa y variable) lo que nos hace libres, sino la búsqueda de la verdad. Como decía Ramakrishna:

Para encontrar la verdad es preciso no tener creencias. El hombre preso a una creencia, cualquiera que sea la longitud de la cuerda que le amarra, no deja de estar atado y sólo podrá examinar aquello que esté dentro del radio de su servidumbre

 Pienso que sus compañeros de Comillas no creen en el Dios del amor, siguen aferrados a la idea de un Yahvé celoso, vengativo y cruel. ¡Es una lástima! Todas sus críticas no deben desanimarle, somos muchos los que le ayudamos y comprendemos. Yo también he tenido críticas muy duras; incluso por parte de amigos y familiares; pero no pienso abandonar; al contrario; eso me anima a seguir escribiendo y a seguir buscando la verdad; aunque nunca la consiga

 Fernando de Orbaneja, Dr. Ingeniero industrial, ensayista,

autor de la obra  Lo que oculta la Iglesia. Madrid.

 

15. 1-4-2004          De Fernando de Orbaneja (Madrid)

 

Acabo de leer su Amar en Comillas. Me ha parecido un libro excelente, tanto literaria como testimonialmente. Muchos episodios me han recordado, con menos rigor lógicamente, mis años en el Colegio de San José de los jesuitas en Valladolid.

Su libro refleja con precisión y sinceridad la constante lucha entre las normas y la naturaleza. Como es evidente, ésta termina siempre por triunfar, sin disfraces o con ellos, lo que es peor.

Mi más cordial enhorabuena. Espero y deseo que esta magnífica novela, seguramente basada en la realidad, tenga continuación.

 Fernando de Orbaneja, Dr. Ingeniero industrial, ensayista,

autor de la obra  Historia impía de las religiones. Madrid.

(en carta al autor)

 

14. 14-3-2004        De Benito Paz Trelles (A Coruña)

De verdad que me gustó tu libro. Fundamental lo del "dios" de Manolón y del Seminario y el "Dios de la Revelación". La homosexualidad del protagonista la veo como un "sucedáneo" de la heterosexualidad, que suele ser lo más normal. Los detalles de la Navidad vivida en la cúpula de la iglesia lo veo como una "provocación" para brindarle mayor realismo al lector. Al principio creí que era autobiografía, por eso no le veía sentido a la Ordenación. Lo del Padre espiritual, muy bien "retratado".

Benito Paz Trelles,  Ex profesor de Seminario en Santiago de Compostela . A Coruña.

(en carta al autor)

 

13. 21-2-2004        De Antonio Duato Gómez-Novella (Valencia)

 

Cuando leí la novela Amar en Comillas, conocí a su autor y supe de las tremendas reacciones adversas que estaba teniendo entre los miembros de la Unión Fraternal  -Asociación de antiguos alumnos de Comillas- le ofrecí este espacio de Atrio, del que soy moderador, para abrir un Foro de Discusión.

Han aparecido ya diversas opiniones y se han publicado documentos íntegros, algunos tremendamente críticos no sólo con la obra sino con la persona del autor, al que le hacen un juicio de intenciones, al ver injustamente un afán difamatorio en su novela.

Por eso no me puedo quedar más tiempo entre bambalinas y siento la necesidad hoy de dar mi opinión sobre la novela y mi testimonio de cómo viví también en Comillas, unos años después que el autor, junto a grandes valores, una orientación espiritual equivocada de la que tuve que irme liberando posteriormente, sin renunciar a la fidelidad fundamental al evangelio de Jesús.

Invito, a quien le interese, a leer mis REACCIONES TRAS LA LECTURA DE AMAR EN COMILLASY desde luego nadie crea que e Comillas fue sólo un ámbito de represión y de esa orientación espiritual. Por ejemplo, del seminario de Comillas que yo viví en los cincuenta, junto al de Vitoria, surgieron los Grupos de Jesús Obrero, germen de una generación de consiliarios de JOC y HOAC que contribuyeron a cambiar y mucho la Iglesia de España.

ANTONIO DUATO, editor de Iglesia Viva y Frontera. Moderador de ATRIO.

 

12. 17-2-2004        De José Manuel Ruiz Marcos. Bielefeld (Alemania)

El autor en diálogo con sus críticos:

1. Sobre el  Padre Nieto

 

Estoy seguro de que cuantos le conocieron y trataron estarán de acuerdo conmigo en que todos los rasgos –sin excepción- de su semblanza, condensados sobre todo en el Libro primero (capítulos 1 al 10) son rigurosamente históricos. Ruego a los lectores me indiquen concretamente cuál de esos datos se acerca en alguna forma a la difamación. No se cuenta todo lo que esa recia personalidad irradiaba, sino con particularidad lo que afecta al tema de la novela: al amor.

En la página 215, ya en el libro segundo, se traza un esbozo de su persona. Se dice allí: 

“Era un modelo de observancia religiosa, tal vez hasta un santo. Sabía amar a los pobres y amar a Dios: todo ello a su manera y con un estilo inconfundible. No supo nunca amarse a sí mismo. Había que perdonarle muchas cosas por su ignorancia y su cortedad de horizontes. Hubiera sido más sabio dejarle con su andadura peculiar dentro de la Orden, sirviendo de ejemplo con sus virtudes, ejerciendo a manos llenas la caridad, sin agobiarle con una misión de tanta transcendencia y que excedía evidentemente sus dotes humanas. ¡El jesuita Riesco al frente de un gran proyecto social, conocido en España como el “Padre de los pobres! Al margen de los cambios profundos en la político y lo religioso, de los progresos en las ciencias, sobre todo la teológica y la escriturística, tan a solas con sus excesos, tuvo por largos años demasiado poder sobre almas de niños y jóvenes a las que no supo formar”.

Menciono ahí lo que menos me convenció en Nieto: su ningún amor a sí mismo; y  lo que de veras me convenció en él, algo que se menciona ampliamente en varios pasajes de la novela: su amor a los pobres. No entro en la discusión de si al ayudarles faltó en él la crítica a la sociedad en que vivía, que hacía posible la miseria de los pescadores y los sin trabajo de Comillas, porque creo que las ayudas concretas de Nieto, como las de la Madre Teresa, también son necesarias: a los pobres concretos no podemos consolarlos con la revolución social que ha de cambiar las estructuras, porque entre tanto ellos sufren y entretanto sus vidas se acaban. Apóstoles de ese tipo hacen también falta para rellenar en alguna forma esos huecos trágicos en la historia de sus vidas.

Me he preguntado muchas veces por qué los Superiores de la Compañía removieron de su cargo al P. Vicente Gar-Mar, creo que este sí tendría calibre de formador, y pusieron en su lugar al P. Nieto, una carga excesiva, a mi juicio, para sus hombros.

En el Libro Segundo de mi novela se le presenta a Nieto, ya enteramente en la ficción, un caso de conciencia , y él al tratar de solucionarlo, permanece  absolutamente fiel a sí mismo: ofrece su vida para que no se consume lo que él cree un sacrilegio, es fiel al sigilo sacramental, hasta condena a muerte a los dos seminaristas (en la versión piadosa  de pedir a Dios que los mate). Testimonia él con estas medidas de excepción su profundo horror ante el sacrilegio. Presenta el autor a dos seminaristas que- lo que jamás sucedió en Comillas- se atreven, si bien con cautelas, a dar la cara y se encuentran con la total condena de sus amores, con el ostracismo y la clandestinidad. La actitud de Nieto durante la ordenación, para él sacrílega, del protagonista, es algo que cualquier comillés se podría imaginar; no hay nada de calumnia sino de máximo respeto a su persona, una reacción posible para una circunstancia extraordinaria”.

 

2. Carta del Autor al Rector de la Universidad de Comillas:

 

José Manuel Ruiz Marcos

Obernstr. 2

D-33602 Bielefeld (Alemania)

Tel. desde España: 00-49-521-894389

e-mail:   jorumar@web.de

 

 

R.P.Rector

Universidad Pontificia de Comillas

Madrid

Madrid, 24 de febrero del 2004

 

Muy estimado Padre Rector:

Soy el autor de la novela AMAR EN COMILLAS que ha llamado a su despacho esta mañana temprano. Le adjunto con mucho gusto mi novela y me admira de veras que no haya llegado a su conocimiento, pues se me asegura que ha sido muy mal vista por personas adictas a esa Universidad o ex alumnos de Comillas/Cantabria. Propuse al P.Juárez un encuentro con los Padres de su Residencia que así lo desearan, pero él cree que eso es más bien de la incumbencia del Rector de la Universidad. Yo fui alumno allí de 1939 a 1947, luego entré en La Compañía, en la que viví hasta el año de 1964. Fui luego profesor de Ciencias políticas en una Universidad alemana. Le pido muy de veras que lea mi novela. Después de ello, sepa que estoy totalmente abierto al diálogo y a la discusión sobre los temas que allí se plantean. Que por ninguna razón desisto del contacto con esa Institución, a la que sigo amando con amor de hombre maduro, que estoy totalmente a su disposición para acudir a Madrid a una mesa redonda en que se debatan los temas de la novela, o a conversar más en privado con algunos de Ustedes. Que acepto totalmente la responsabilidad que, como a autor, me incumbe. De la Residencia de Canto Blanco  me encargó la novela el P. Baciero, antiguo compañero en La Cardosa. Luego me dice el P. Juárez que Baciero la ha puesto en la biblioteca de la Casa y que ya muchos Padres la han leído. La impresión general parece ser bastante negativa, y yo así me lo esperaba. En la página web  www.atrio.org se ha abierto un Debate en torno a mi novela con aportaciones varias de seglares, de antiguos alumnos y otros lectores. Puede ser una buena fuente de información para Vd.

Me han dicho que a todos, amigos y enemigos, les gusta mi estilo y el cúmulo de descripciones y de recuerdos de la Cardosa, del bello escenario de nuestro Comillas. Ojalá que, al menos en esto, le sea grata la lectura. Y espero sus noticias. Yo suelo venir a España con frecuencia, y en este caso, si Vd. me lo sugiere, vendría expresamente adonde Vd. quiera citarme, para  que la cosa deje de ser un monólogo y se torne en diálogo. Hasta la suya, con un cordial saludo

 

                                   José Manuel Ruiz Marcos

 

  Nota: Esta carta, que representaba un intento de diálogo por parte del autor, que nunca ha querido combatir a la actual Universidad de Comillas, no ha tenido contestación hasta principios de abril.

 

José Manuel Ruiz Marcos, Profesor jubilado de Ciencias Políticas, Bielefeld (Alemania)

 (Volver a la segunda carta)

 

 

11. 16-2-2004        De Ángel Garralda. Avilés (Asturias)

Te llama la atención  "lo vulgar y descomedido de mi lenguaje". Pues, mira que el tuyo pateando al P. Nieto... Ya te dije que él jamás hablaría mal de ti; pero, ¿te puede extrañar que los comilleses no hablemos del P. Nieto tan mal como tú? ¿Te extraña que saltemos como un resorte defendiéndolo? Y encima, pretendes que no nos demos por aludidos cuando  conviertes a la Cardosa  en una cueva de sodomía. Antes bien, pretendes que nos haga gracia y que aplaudamos y que te demos la razón y la perra gorda.

No José Manuel, no. Tu novela es un cortocircuito que ha provocado la hoguera; el único responsable de ese incendio reduciendo a pavesas la historia del Comillas que vivimos, eres tú. Ya te dije que el problema es tu cabeza, no la cabeza de santo P. Nieto. Y conste que el decirte la verdad tal como la siento, no me impide darte un abrazo. Otra cosa es que tú lo rechaces porque yo rechazo de plano tu novela. Tampoco podrás impedirme que te tenga presente en mis oraciones.

Me he asomado al atrio. Ya veo el cariz que toma. No voy a intervenir. Tú te aprovecharás de los párrafos que te convienen. Uno de ellos hace referencia a mis insultos.  No tengo conciencia de ello. Te apoyarás en los excomilleses o secularizados. A ver si encuentra algún comillés que te dé la razón. Yo no conozco ninguno.

 

             Ángel  Garralda García, párroco en Avilés - Asturias

                                      (En carta al autor. Se hace referencia a una carta anterior extensa cuyo texto íntegro se puede leer pinchando AQUÍ)

 

 

10. 15-2-2004        Del P. Uriel Molina Oliú. Managua (Nicaragua)

Tu novela me gusta mucho, tengo el cuidado de subrayar las bellísimas expresiones y metáforas que están diseminadas a lo largo de toda la obra.   Otros podrán hincar el diente con verdadera propiedad literaria y filosófica, como tú lo mereces.  Yo, sin embargo, sin llegar a tanto, creo poder hacerla mía porque tu experiencia ha servido para despertar en mí el deseo de ser auténtico. Te sigo muy de cerca en esa geografía que tú tan al detalle describes, la que te vio nacer y despertar al amor. 

 

 Yo pienso que tu lectura servirá mucho para tantos que viven la mediocridad del superego de nuestra formación eclesiástica, que no se ha logrado cambiar en tantos siglos.  Escogiste para tu protagonista el camino del amor prohibido y ¿por qué prohibido?  Sólo la mediocridad institucionalizada pudo prohibir el juego de los amores. 

 

Desde que la leí, pienso siempre en esta novela que me impacta profundamente. Has necesitado una buena dosis de coraje para desenmascarar ese tabú que nos ha hecho vivir de espaldas a nuestro desarrollo psíquico por tantos años en los que hemos actuado más bien como funcionarios que como seres humanos.  Cada uno de nosotros ha seguido su propio camino por vías diversas.  Pienso que quizás algún día podamos conversar sobre esos caminos que hemos recorrido,  buscando cada uno la meta, tantas veces solos y sin conocernos, pero juntos en nuestra visión y anhelos de liberación. Me recuerdas a Ernesto Cardenal cuando dice: "Aún no hemos llegado a la  sala del festín, pero vemos ya las luces y oímos la música, cada vez más cerca ".

   

P. Uriel Molina Oliú, Parroquia de Santa María del Riguero,

Managua (Nicaragua)

 

 

9. 14-2-2004        De José Ignacio Monte Cabañas.  Oviedo

 

Cierto que hay capítulos que, tanto en su contenido como vivencias, recuerdos, personas de años tan estupendos que pasamos en la Universidad de Comillas y que para ti fueron tan traumáticos, tan opresivos, esclavizadores, pisoteadores de la dignidad humana. Yo no estaba de acuerdo con actitudes del P.Riesco, especialmente las duras penitencias, cilicios, disciplinas; pero Riesco siempre fue muy respetuoso con mis criterios, personalmente amable y delicado en el trato personal que le hacía atractivo porque era su alma la que traslucía a través de su cuerpo deforme y humanamente repelente; contrastaba su delicadeza con los truenos proféticos a la Comunidad. Todo esto que relatas es fruto de una mente descabellada, y no te avala ninguna autoridad. Fracasaste en el sacerdocio, fracasaste en la Compañía, fracasaste en el matrimonio:¿Qué se puede esperar de ti?”

 

José Ignacio Monte Cabañas, Notario del Arzobispado - Oviedo

                                                                   ¨               (en carta al autor)



8. 14-2-2004        De Albrecht Simon. Hamburgo

 

El juicio de Monte C. que acabas de enviarme, José Manuel, es duro. Pero tengo que decirte en claro romance:¿Qué es lo que estabas esperando? Qué en Comillas se levantara una tempestad de júbilo al leer tu novela y que todos dijeran a coro: "Eso es exactamente lo que pasó- al fin hay uno que nos cuenta cómo todo sucedió en la realidad“? Desde el punto de vista de los que "permanecieron fieles“, de los que han hecho carrera en la Iglesia, y de los que tal vez el Comillas de los años cuarenta lo vivieron en forma distinta a la tuya; para todos estos la reacción tiene que ser clara: ¡Repulsa!. Repulsa, nada más. Ellos te van a decir, uno tras otro, puedes estar seguro: No te permitiremos que destruyas lo que es y fue nuestra vida, nuestra historia. Monte Cabañas lo afirma claramente en la frase final cuando se ensaña contra lo que, a su juicio, han sido tus "fracasos“- eso que a tu juicio no son fracasos, sino pasos definidos que anduviste en tu camino, „haciendo camino al andar“.Una vez más y con toda claridad: ¿qué es lo que tú esperabas de un tal compañero?  ¿ No es eso lo que tú en realidad esperabas y ahora tienes que alegrarte de tales reacciones?

Más que de esa "tormenta en un vaso de agua“, debes preocuparte de que llegue a las conciencias lo siguiente: "Amar en Comillas“ es una novela, es literatura: eso es lo que quiere ser. Creo que en este terreno es donde debe llevarse la discusión en Atrio. Si comienzan los lectores comilleses – los demás lectores seguro que no lo harán- a identificar a personajes vivos o difuntos (Nieto) y se origina un debate sobre qué fue lo que cada uno debe a esas personas (como lo hace Monte Cabañas) entonces la cosa se torna difícil. Hay que decirles una y otra vez, repetirlo hasta la saciedad, que „Amar en Comillas“ es una novela, lo que allí se lee es el traslado de las vivencias totalmente singulares del autor, vivencias que pertenecen a la vida real o a la ficción, pero que son total y enteramente sus vivencias. Tenéis que restregarles ante los ojos a todos los que lean en atrio la misma verdad: ¡Novela, novela! ¡Qué buena señal para ti que ella esté despertando sorpresa, consternación, confusión, que tras su lectura no sea posible ya mantenerse indiferentes! Hay que desearles a los lectores comilleses que ella despierte en ellos también coraje para criticar la manera de conducir su vida ahora, a cincuenta años de las vivencias que tú narras, de tus vivencias..

 

AlbReCHt Simon, pastor jubilado de la Iglesia Evangélica Luterana -

 Hamburgo

 

 

7. 14-2-2004        De Celso Alcaina.  Madrid

Garralda parece ser sincero. Está convencido de algo que para el autor se ha venido abajo. Habla desde la convicción, desde el apasionamiento, desde el interés por defender un camino recorrido que se le antojó el correcto y todavía lo considera sin retorno y no rectificable. Sería demasiado duro para él un súbito replanteamiento, similar al que otros vienen realizando desde los años sesenta. Es dogmático. En muchas afirmaciones fácticas está equivocado, como que todos los comilleses, menos el autor, defienden al Padre Nieto y sus métodos. Confunde lo histórico con la ficción. Lo anecdótico con el mensaje del libro.  Mata al mensajero. Demuestra defender sus intereses clericales por encima de todo, también por encima de la búsqueda de la verdad. Parece desconocer la humana  afectividad y sexualidad. Y, como he dicho, jalona sus ideas con insultos. Como en la Inquisición, si pudiera, quemaría tu novela y todos sus ejemplares. No dialogaría con un condenado en vida porque se contaminaría y se endemoniaría. Pobre autor de "Amar en Comillas"...

     CELSO ALCAINA, Exalumno de Comillas, abogado matrimonialista - Madrid

 

6. 14-2-2004        De JBRamonde

 

La novela va mas allá de la anécdota, a pesar de que muchos queden prendidos en la historieta: pone en cuestión todo el edifico eclesial, en el que viven la mayoría comillesa o del que no se han desentendido los más críticos. La novela es toda  una declaración de guerra a muchas cosas que en este país, en el que vivimos, son todavía "sagradas". Además la Iglesia esta pasando  por una clara  involución. Estamos en una Contrarreforma y entre los que crítican la novela hay más de un representante genuino de este espíritu que vuelve por sus fueros. Asusta ver de cerca hoy a un nacional-católico puro. Coincide esto, además, con que España, con Aznar. esta retomando ciertas riendas que creíamos superadas y está dirigida por Opus y Legionarios de Cristo... Hay que tener en cuenta estas cosas. Las reacciones de momento vienen tan sólo de  un pequeño segmento del estamento clerical, que es el comillés reaccionario. Pero también está el comillesismo de otros, curas o excuras, que no aceptan esta forma de ruptura radical, al estar aún comprometidos con el "régimen". Muy complicado este mundillo.
                                                                                 (en carta al autor)

 

5. 13-2-2004        De Ángel Garralda. Avilés

 

El juicio de Renedo me parece ajustadísimo, objetivo y sincero. No sólo los jesuitas de Comillas, a los que tienes atravesados, sino todos los demás que consideras con cierto afecto, incluido Schökel, si leyeran tu novela, lo menos que podían decir es que habías perdido la cabeza. Y si tienes la osadía de llamar obra de arte a tanta caca sacrílega por muy bien descrita que esté, imagínate la mala cara del claustro de profesores de la Ponti contemplando tu obra de arte. Niego rotundamente que nos hayan presentado en Comillas una imagen de Dios negativa, cruel, sancionadora, vengativa. Sí sabemos por la Palabra de Dios que existe el infierno y que sus penas son eternas. Pero de eso no tiene la culpa Comillas. Que el P.Nieto no era un especialista en psicología y terapéutica no quita que su ejemplo supliera con creces lo que los especialistas más sabios, y entre ellos tú, no consiguen en ninguna parte ni consigo mismos.

 

                                     Ángel  Garralda García, párroco en Avilés - Asturias

                                                                                               (en carta al autor)
 

 

4. 12-2-2004        De Victoriano Renedo. Valladolid

 

Se trata de una autobiografía novelada. Narra hechos reales, en lugares reales y concretos, que todos conocemos, y que el autor describe al centímetro. Utiliza un lenguaje muy cuidado y elegante, que aprendió sin duda en un centro que, según manifiesta en su obra, estaba repleto de profesores ineptos. La descripción, bella y exhaustiva de lugares y de personas hará que el lector interprete como real e histórico todo lo que se dice en el libro.

En todos los capítulos, excepto en el segundo, ocupa buena parte el tema sexual, hasta el punto que, leído el libro, saca uno la impresión de estar escrito por un obseso sexual. Las expresiones irreverentes en torno a Dios, a la Trinidad, a la Eucaristía, a la Penitencia, a la Ordenación sacerdotal y a la Virgen...y el teatro que monta en torno a estos temas  es inconcebible en alguien que pasó por el seminario rodeado de un halo de prestigio en lo académico, en lo religioso y en lo disciplinar, que ha ejercitado y practicado el ministerio sacerdotal durante diez años. Me atrevo a calificar algunas de sus escenas como delirantes y diabólicas. Con su escrito parece que pretende causar unos daños morales irreparables a la Institución y a las personas con las que convivió

 

     Victoriano Renedo HinojaL, capellán y prof.del Seminario - Valladolid

                                                                      (en hoja volante)

 

3. 11-2-2004        De Rafel Sáinz de Baranda. Oviedo

 

Hasta ayer sábado, 18 de Enero, no pude leer tu novela "Amar en Comillas" y hoy domingo ya la he terminado No pude hacer lo que normalmente hago, esto es, dedicarle varios días para leer con tranquilidad, pues lo haces con un estilo atractivo e intenso que hizo que no la pudiese dejar. En parte es lógico porque, sobre todo en la primera parte, me veía reflejado , pues mi trayectoria en aquella época se parecía bastante a la tuya: cuenca minera, primeros años en el noviciado y juniorado  de Salamanca (1947-1952) donde me veía enfrentado a las mismas inquietudes y tabúes que con tanta fluidez y "liberación" describes en tu novela. Por otro lado, la forma en que disfrutas describiendo los escenarios de los lugares que yo también disfruté en mi juventud, hacen que tu novela  me haya enganchado, no solo por su contenido, sino por la forma atractiva en que me metía en aquellos paisajes, cosa que solamente podéis lograr los buenos escritores y veo que tú lo eres con creces.

José Manuel, enhorabuena por tu novela.

 

                                         Rafael Sáinz de Baranda, empresario. Oviedo

                                                                        (en carta al autor)

2. 10-2-2004        De Celso Alcaina. Madrid

No es preciso incidir en lo bien construida que está la novela. Lo está. Quiero resaltar el estallido de protesta y de denuncia, presente en todo el libro, contra absurdos dogmas y ridículos comportamientos morales. El autor enumera algunos y recalca que, para la Iglesia, los peores pecados se cometen en la cama. El intelecto, la voluntad, el sentimiento, toda la persona del candidato al sacerdocio, es moldeada quiméricamente hasta lograr que, finalmente, se lamente de la formación recibida: "no ha valido la pena".

El autor de "Amar en Comillas" tipifica y concentra en Riesco (Padre Manuel García Nieto, S.J., cuya causa de beatificación está en marcha!)  sus acerbas críticas a la formación comillesa que él califica de profundamente deformante. Las críticas se reducen a la faceta ético-religiosa de la formación del adolescente candidato al sacerdocio, no a la formación laica (humanidades, filosofía,etc.), que él valora. Por ley de vida, dentro de pocos años, no estaremos presentes los testigos directos e inmediatos de la actuación del P. Nieto en Comillas. Tampoco es posible - ni siquiera ahora-  aportar luz en el proceso de beatificación del P. Nieto, habida cuenta de la manipulación de ese tipo de procesos. En ellos, sólo se admiten los testimonios favorables a la santidad del procesado. Para más, el Promotor de Justicia (abogado del diablo) es dudosamente imparcial y, además, suele contentarse con el contenido de las actas panegirizantes que llegan al Vaticano. No quiero caer en la ingenuidad de considerar como históricos los espeluznantes hechos y el errático comportamiento que el autor imputa a Riesco, pero tampoco los consideraría inverosímiles. Es cuanto se exige de una novela. Mi experiencia de cinco años en Comillas, y bajo la dirección espiritual de P. Nieto, me lleva a aprobar el retrato que Ruiz hace de P. Nieto, al que denomina Riesco. Sin ánimo de generalizar, estimo que el fardo que P. Nieto echó injusta y erróneamente sobre nuestros hombros es dificilmente eludible. Sus consecuencias negativas nos enterrarán. Sin cuestionar su buena fe, el Padre Nieto es el ejemplo a no seguir. 

     CELSO ALCAINA, Exalumno de Comillas, abogado matrimonialista - Madrid

 

 

1. 9-2-2004        De Eduardo Mascarell Martí (Madrid)

En nombre de la decencia y del respeto debo manifestarle que deploro profundamente haber comprado la novela y haberle yo mismo suministrado mi dirección. Le pido terminantemente que omita todo ulterior suministro de  escritos sobre ella. Lo que a pesar de ello me llegue lo consideraré como basura y como a tal lo trataré.

Eduardo Mascarell, sacerdote exalumno de Comillas

(En breve comunicado al autor)

 

PRESENTACIÓN DEL LIBRO AMAR EN COMILLAS                     

 

EL ESCENARIO:

Amar en Comillas es una novela con el escenario de la Universidad Pontificia de Comillas/Cantabria, fundada por los Marqueses de Comillas, Antonio y Claudio López, donada por ellos en propiedad al Papa León XIII y regida hasta hoy por la Compañía de Jesús. En 1978 fue trasladada de Cantabria a Madrid, y dejó de ser únicamente dedicada a la formación del clero; abierta hoy a todos los públicos cuenta, además de sus facultades clásicas de Filosofía, Teología y Derecho canonico con la de Derecho civil y otras varias facultades. La novela se desarrolla entre los años 38 y 51 del pasado siglo XX.

EL AUTOR:

Su autor pasa en Comillas nueve años de su vida, entre los doce y los veintiuno, 1938-1947. ”En uno de los tablados más suntuosos del escenario del mundo”, como él lo describe.  Tiene como niño la experiencia de la inquina entre las dos Españas, que, según Antonio Machado, ha de helarles el corazón a los españoles. Su patria chica, Asturias, le sitúa en un lugar privilegiado para esas heladas: vive él, en uno de los centros más álgidos de la contienda, en la zona minera de Aller, la Revolución de Octubre  (1934) con su secuela de encarcelamientos, torturas y fusilamientos; la rebelión de Franco, apenas dos años después,  y la ola de contravenganza de los encarcelados y postergados de Octubre (1936-37) con la instalación, en los primeros meses, del anarquismo como forma de sociedad; en la Asturias anarquista habían de arrebatarle a un hermano, asesinado a los 17 años. Y luego, con la victoria de Franco, contempla aterrado la tercera oleada de venganza, pausada y lenta, con años que parodian la eternidad de los infiernos de “Dios”. Ese niño va archivando en su mente todas estas experiencias y las ve desembocar en la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, en una España aislada del mundo y encastillada en el hispanocatolicismo y en delirios de Imperio, con una Europa ejecutando en tantísimos escenarios el Holocausto y los desvíos, también criminales, del realsocialismo, con el conato de extender a todo el mundo el área de la dominación soviética.

En su novela jugarán un papel importante estos primeros años de su vida, los que no suelen olvidarse jamás. A la Universidad Pontificia de Comillas y a la Compañía de Jesús va a achacarles en ella no haber sabido llenar su papel de instancia moral inconmovible, que sirviera de tribunal en la contienda entre las dos Españas; les reprochará el no haber ni siquiera mencionado en las aulas de Ética y de Teología Moral los asesinatos a curas y seminaristas vascos por parte de la justicia de Franco. Caerá, al fin, en la cuenta de que la Iglesia, la Universidad de sus años de estudiante, eran, en realidad, cómplices de aquellas injusticias. Lo vivido entre las dos Españas le hará llegar a comprender al dios ( que él gusta de escribir con minúscula) que les fue diseñado en pláticas y ejercicios espirituales a los que, niños como él, creyeron sentirse llamados al sacerdocio: “El dios”, afirmará  en su novela,”que me fue presentado en Comillas en los años 30 y 40 del pasado siglo, era una criatura de aquella época y de aquél ambiente. Era él uno de nosotros:cruel y engreído de poder, rencoroso y vengativo, intransigente e inclemente; bueno a las veces, y lleno de misericordia”

LA TRAMA:

Para estas denuncias de la sociedad, ha ideado en su novela una trama que es consecuencia y compendio a la vez de todas ellas y que él vivió como adolescente en Comillas:La represión sexual a la que se sometía a los candidatos al sacerdocio. Aprende allí que” para el cristianismo, los pecados más terribles se cometen en la cama”, que el fuerte de la Iglesia no ha sido en la Historia la denuncia de la injusticia y del ansia de poder, sino la enemiga contra la sexualidad. Comprende que esta actitud es el triste legado agustiniano con que el Obispo de Hipona envenenó la tradición cristiana y que él heredara del estoicismo. Tras este hallazgo, se decide el autor  a dar el asalto a ese baluarte amurallado de la Iglesia con la ficción de dos estudiantes  de Teología que deciden, no sólo amarse, sino llegar al sacerdocio. Estudiando los textos bíblicos dentro de su contexto histórico y aplicando la nomenclatura  de sus clases de Teología llama a esa unión amorosa el “sacramento del amor”, el signo sensible de una profunda realidad suprasensible.

Los anatemas y las sanciones con que en Comillas se castigaba la atracción erótica entre dos estudiantes, son relatados en términos de gran intensidad. A un jesuita que desconocía totalmente los términos de la psicología y la psicoterapia, encastillado en el desprecio del propio cuerpo, en un castigarle como si fuera él su peor enemigo, que no conoce otros recursos que la renuncia inmediata y absoluta a ese amor incipiente, el amor a Dios, a María y a las almas, el castigo del cuerpo y de los sentidos, es a quien los Superiores de la Orden encomiendan la tarea gravísima de orientar como director espiritual durante largos años el amor  de los futuros sacerdotes. Es aquí donde la denuncia del autor se hace más concreta, haciendo ver la responsabilidad de quien le cargó con  una misión para la cual le faltaban las dotes humanas  y que él era incapaz de realizar. ¡Qué tarea tan difícil, amar, en Comillas!

 

JUAN JOSÉ TAMAYO                       Teólogo, colaborador del  diario El País

 

El autor de Amar en Comillas cumple los doce años a su llegada a la villa montañesa en plena guerra civil, en 1938. Sobre el fondo de la realidad que durante nueve años vivió, ha construido una novela de palpitante actualidad. Aderezando la experiencia propia con la ficción, lleva al protagonista al enfrentamiento total con el sistema de educación de la sexualidad. Se decide a escribir ya en la edad madura, tras la lucha por liberarse de las ataduras en conciencia y de los temores a las iras divinas que hicieron casi imposible la aceptación de su ser sexual. En escenas de gran intensidad, rompe con los tabús de personas y de dogmas que alambraron su adolescencia y su juventud.

 

LUIS ALBERTO SALCINES                            Crítico literario de Cantabria

 

  Dos son los escenarios  de esta novela: La cuenca minera del valle de Aller, en Asturias, donde nace el  autor, y la Universidad Pontificia, en la que transcurren los años de su juventud. Dueños de las minas de Asturias y fundadores de la Universidad cántabra, van a imprimir los dos primeros marqueses de Comillas,  desde su nacimiento, un cuño indeleble a su vida.

  José Manuel Ruiz adereza sus experiencias de seminarista y universitario con la ficción de un amor tan intenso como imposible, que rompe alambradas y lazos sutiles hasta arriesgarse por la clandestinidad en un camino plagado de enemigos. Se deleita en la descripción de la Montaña cántabra y llama a Comillas „uno de los escenarios más suntuosos de la Creación“. Las secuencias de esta novela son tan definidas que parecen estar invitando ya al cineasta a hacer de ellas una película de inmensa  actualidad. Se podría titular: Sendas clandestinas para amores imposibles

 

ARMANDO MÉNDEZ A.-MAGADÁN             Periodista titulado. Oviedo

 

 Amar en Comillas no nos deja indiferentes.

 Amar en Comillas es un libro que, antes que cualquier otra cosa, no deja indiferente al lector. A favor o en contra, pero de ninguna manera sin opinión, que, desde luego, es una virtud, ahora y siempre, dentro de la literatura. La novela es fuerte, por su tema, y está escrita con vigor, con agilidad y bien construida, lo que hace que se lea con facilidad, y ello constituye una virtud, en medio de tantas cosas plúmbeas que se publican y se han publicado. El texto engancha, aunque, en un momento determinado, el lector perciba un ambiente psicológicamente enfermizo, derivado de la castración sentimental, que, en todos lo órdenes de la vida, supone la traumática segregación de un niño de 12 ños de su ambiente familiar, (condicionado a la vez por las circunstancias de una guerra fratricida), para integrarse en el clima de un seminario tan férreo como los de la Compañía de Jesús, en el  que el protagonista llegó a salir adelante, con la ordenación sacerdotal.

 PARA VOLVER A ATRIO                                              PARA INTERVENIR