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DEBEMOS PARAR LA GUERRA
CONTRA EL PLANETA
Johannesburgo 2002: Cumbre de la Tierra
Se está desarrollando una
guerra silenciosa y continuada contra la Tierra: aumenta su
temperatura , el clima es un caos, los glaciares se retiran, los
océanos, bosques y fauna desaparecen a un ritmo creciente, y los
productos químicos industriales han penetrado en las cadenas
alimentarias de los lugares más recónditos del planeta. Y esto
sucede mientras a los líderes se les llena la boca con palabras como
desarrollo sostenible o protección medioambiental. Son los gobiernos
los que prometen, y los que dictan las políticas que promueven el
desarrollo económico a todo coste. Mientras el consumo crece en los
países industrializados y las multinacionales aumentan sus
beneficios, mil millones de personas no tienen las condiciones de
mínimas de vida y la naturaleza se degrada rápidamente. Pero esto no
importa mientras la retórica política nos haga creer que vivimos en
el mejor de los mundos.
Cronología de las
Cumbres:
1972:
Los líderes mundiales deciden reunirse cada diez años para
analizar el estado del medio ambiente y el impacto del
desarrollo sobre la naturaleza. Los gobiernos se reúnen en
Estocolmo, Suecia, en la conferencia sobre medio ambiente
humano de la ONU para debatir sobre aspectos ambientales a
escala planetaria. Esta reunión concretó los principios
básicos sobre problemas ambientales y las obligaciones de los
individuos y de los estados para resolver estos problemas.
1982:
Conferencia de la ONU en Nairobi, Kenya. En plena Guerra Fría,
la reunión fracasa en el intento de convertirse en la cumbre
oficial de la tierra.
1987: La
Comisión Brundtland formaliza en su informe anual el concepto
de "desarrollo sostenible". Desde entonces el término ha
estado presente en las agendas de los gobiernos, organismo
internacionales, empresas, etc.
1992: Cumbre
de la Tierra en Río de Janeiro, Brasil. Los líderes mundiales
adoptan un plan de acción para el desarrollo sostenible
global, conocido como agenda 21. Se generó un ambicioso
programa para luchar contra el cambio climático, proteger la
biodiversidad y erradicar la generación de la sustancias
tóxicas. Se considera la cumbre internacional más importante
sobre medio ambiente jamás celebrada.
2002: Cumbre
de la Tierra en Johannesburgo, Suráfrica, entre el 26 de
agosto y el 7 de septiembre. Lamentablemente las cosas no han
cambiado.
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PROMESAS VACÍAS
En 1992,
durante la Cumbre de Río, el mundo confió en la agenda 21 como el
plan de acción para "el desarrollo sostenible global" y en los
acuerdos medioambientales suscritos en Brasil. Los gobiernos también
se comprometieron a aumentar la ayuda exterior y a tratar el
problema de la deuda externa de los países en vías de desarrollo.
Greenpeace, activo participante en el proceso de esta Cumbre,
así como de los esfuerzos paralelos para negociar medidas
internacionales eficaces, se mostró muy crítico con los resultados
obtenidos. Dichos resultados fueron oficialmente recibidos como un
gran avance hacia el desarrollo sostenible y la organización
Greenpeace tachada de "aguafiestas", precipitada y
equivocada.
Buscando culpables
Tres países han sido
los principales responsables del fracaso de la puesta en
práctica de los acuerdos suscritos en Río. Estados Unidos,
Australia y Canadá han minado no sólo el protocolo de Kioto,
sino también la mayoría de las otras convenciones ambientales
internacionales. Es obvio que estas tres naciones tienen,
tanto a nivel individual como colectivo, un enorme potencial
para asumir el protagonismo en la solución de los problemas
medioambientales globales, dados su recursos, capacidad y
posición internacional. Pero en vez de contribuir a que el
mundo avance hacia el desarrollo verdaderamente sostenible, se
comportan como si este planeta no fuera también el suyo, como
si nada les fuera a afectar y pudieran abandonarlo cuando
quieran. El mal de EE.UU., Canadá y Australia es creer que con
su abundancia y nivel de vida no serán golpeados por la crisis
medioambiental.
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Ahora, 10 años después, se ha
demostrado que los gobiernos todavía permiten grandes niveles de
contaminación y destrucción medioambiental, lo que está minando
rápidamente las capacidades del planeta para satisfacer las
necesidades de las generaciones presentes y futuras. Aún permanecen
incumplidas una serie de promesas importantes e incluso tratados con
obligaciones y compromisos. Mientras en Río se agitaba la
banderita del desarrollo sostenible hemos vivido una década de
promesas rotas y palabras vacías. Bajo la dictadura del desarrollo
económico y la maximización del beneficio, millones de personas
viven en situación de pobreza crítica, el 20% de la población
mundial consume el 80% de los recursos y crea el 80% de la
contaminación.
Durante la Conferencia de Río se estimó que
125 mil millones de euros serían destinados cada año para ayuda a
terceros países, pero el dinero real que se otorga cada año está
lejos de alcanzar esa cifra. Según el instituto Worldwatch, la ayuda
exterior ha pasado de 69 mil millones de euros en 1992 a 53 mil
millones de euros en el año 2000. Tampoco se ha conseguido el
objetivo de que cada nación "desarrollada" dedique el 0,7% de su
Producto Interior Bruto a ayuda exterior. Hasta la fecha solamente
Dinamarca, Países Bajos, Luxemburgo, Noruega y Suecia han cumplido
este compromiso.
En la última década, en el camino de Río a
Johannesburgo, los problemas medioambientales han ido a peor y la
distribución de la riqueza cada vez se polariza más. Muchos desafíos
sobre políticas y soluciones identificadas por Greenpeace en 1992
persisten todavía y sin embargo hasta ahora los gobiernos todavía no
los han asumido.
Salvar el planeta
Para Greenpeace la Cumbre
de la Tierra debe ser el lugar donde se tomen medidas positivas para
prevenir el riesgo del cambio climático que afectará a todos los
países por igual, pobres o ricos |
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