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Deia, 1-10-2002

Euskal Herria a la deriva

José Miguel Urbistondo. Irun

LA SERVIL obediencia del Gobierno vasco al draconiano juez español Baltasar Garzón, que dio origen el pasado día 14 a la vergonzosa y brutal intervención de la Ertzaintza en la manifestación de Bilbao, es una nueva y gravísima afrenta al maltrecho Pueblo Vasco, que añade si cabe, una mayor confusión y enfrentamientos entre patriotas y las organizaciones del nacionalismo vasco.

Desde la pérdida de nuestra libertad nacional, y aún antes, al haber establecido nuestros antepasados la forma señorial, que hizo a los vascos desviarse de su camino y mezclarse en pleitos ajenos, hemos venido sufriendo ininterrumpidamente la asimilación del invasor, hasta llegar, en muchos casos, a una perfecta identidad con él. Los pueblos oprimidos siguen una ley fatal. Si las antenas de su espíritu, de su conciencia, no son bastante fuertes y saben captar lo que es pernicioso, sucumben necesariamente ante el acoso constante del dominador, que no se conforma con usurpar la libertad nacional, ya que para asegurar más sólidamente el dominio, recurre a todo, hasta arrancar de su nueva “colonia” el mínimo vestigio de personalidad, que pueda ser obstáculo para su “unidad nacional”. Euskadi, así como los demás pueblos oprimidos, ha sufrido y sufre terriblemente esa ley. Pero si somos sinceros, hemos de confesar para vergüenza nuestra, que no sólo se debe al bestial asalto del invasor español, puesto que nosotros, en ningún momento hemos tenido la sensatez suficiente, para unirnos patrióticamente y luchar del mejor modo posible contra el agresor, que nos mueve a su antojo, como muñecos de guiñol. Presentemos claramente nuestras reivindicaciones, que no van en contra de ningún pueblo, ni de ningún ser humano, y sí en defensa de todos los pueblos y de todos seres. En nuestro caso, somos nacionalistas vascos. No somos ni más ni menos que otros. Amamos a nuestra patria Euskadi, y estamos comprometidos con su libertad, en unos momentos de grave responsabilidad para su porvenir, y que nos alcanza a todos los abertzales de todas las ideologías. Nuestra responsabilidad hoy, no es de tipo político, es decir, de imponer una determinada forma de gobierno, no; es mucho más profunda. Es el ansia que late en el fondo de los corazones patriotas, de ver a una Euskal Herria unida, que lucha camino de esa libertad. Esto es, más unión patriótica y menos división política. ¿Lo estamos cumpliendo? Es una pregunta que deberíamos hacernos todos.

“La política es el gobierno o régimen del pueblo; para que haya política, es preciso contar primero con un pueblo. Luego este, el pueblo es lo más sustancial de la política” (Sabino Arana).

 

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