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Iglesia vasca y Euskal Herria

358 sacerdotes vascos

El modelo la necesidad de ayudar a las comunidades de las que formamos parte como sacerdotes de las cinco diócesis de Euskal Herria (Bayona, Bilbao, Pamplona-Tudela, San Sebastián y Vitoria), queremos testificar en este escrito nuestra fe y la esperanza que nos anima en solidaridad con nuestro Pueblo en estos momentos particularmente difíciles. Son tiempos marcados por el sufrimiento generalizado, sobre todo en sacerdotes confrontados, y por fuertes tensiones en el campo sociopolítico, recientemente manifestadas también en la vida de la comunidad cristiana a causa de intervenciones significativas que ponen en duda nuestra existencia y nuestra conciencia como Pueblo así como los derechos y obligaciones que de ello se derivan.

Características constitutivas de Euskal Herria

Sin que su enumeración suponga agravios comparativos o excluyentes de otras comunidades de igual dignidad, queremos señalar, como notas constitutivas del Pueblo que denominamos Euskal Herria, una serie de características objetivables que configuran y especifican su identidad colectiva: cultura matriz propia, lengua original, historia autónoma, implantación territorial, distintos proyectos de futuro, instituciones peculiares...

Pero también reconocemos que nuestra realidad como Pueblo está atravesada por graves oposiciones y dolorosos conflictos políticos, sociales, culturales que está demandando resoluciones superadoras de los enfrentamientos , cese de todas las violencias y reconocimiento de los derechos individuales y colectivos, sin excepción.

Consideramos que asumir con honradez esta realidad y esta situación con todas sus exigencias es imprescindible en el anuncio del evangelio en nuestro Pueblo. Pretender evangelizar ignorando, silenciando, poniendo en duda, negando o combatiendo la identidad colectiva de nuestra comunidad humana vasca, sus conflictos y sufrimientos contradice el misterio de la Encarnación de Dios y sus consecuencias inculturadoras.

La conciencia del pueblo

No se puede negar que una parte importante de este Pueblo, además de las características objetivas apuntadas, tiene la conciencia explícita de ser una comunidad a la que designa con el nombre de Euskal Herria, Pueblo que se vincula radicalmente a su lengua secular llamada euskara. Esta conciencia se manifiesta de múltiples formas y se va afirmando, desarrollando y creciendo cada día, a pesar de un entorno estatal poderosamente hostil. Esta conciencia es la que constituye, sustenta al Pueblo como tal que ninguna ley o instancia externa al mismo debe negarlo o impedirlo como recordaba Juan Pablo II:

«Una forma particularmente grave de discriminación. Una de las formas más dramáticas de discriminación consiste en negar a grupos étnicos y minorías nacionales el derecho fundamental a existir como tales. Esto ocurre cuando se intenta su supresión o deportación, o también cuando se pretende debilitar su identidad étnica hasta hacerlos irreconocibles. ¿Se puede permanecer en silencio ante crímenes tan graves contra la humanidad? Ningún esfuerzo ha de ser considerado excesivo cuando se trata de poner término a semejantes secreto de la paz verdadera reside en el res aberraciones, indignas de la persona humana» (Jornada Mundial de la paz 1999- «El secreto de la paz verdadera reside en el respeto de los derechos humanos»).

Constatamos que el despertar de Pueblos pequeños y oprimidos de la Tierra que reivindican su derecho a existir y a no ser exterminados o diluidos por una globalización que los anula, forma parte de uno de los signos de los tiempos relevantes de la historia actual de la Humanidad.

Creemos en un Evangelio que nos orienta hacia un análisis y solidaridad con todos los Pueblos minorizados desde la perspectiva de la dignidad humana individual y colectiva, desde la situación de los pobres y oprimidos, desde las mayorías populares y nunca desde los poderes establecidos y los intereses dominantes según las mismas orientaciones del Concilio Vaticano II que nos invita a compartir «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren» (C.Past. GAUDIUM ET SPES,1).

Una sociedad plural y actualmente enfrentada

Afirmamos que sólo los principios democráticos tienen legitimidad en una sociedad basada en los derechos humanos individuales y colectivos y en el respeto, defensa y desarrollo de esos derechos radica la solución de las dolorosas confrontaciones que sufre nuestra sociedad y otros muchos Pueblos de la tierra.

Somos conscientes también de que no todos los ciudadanos que viven en las actuales tres administraciones políticas de Euskal Herria se autoconsideran pertenecientes a una Nación/Pueblo diferenciado. Reivindicamos por ello el derecho y respeto a la pluralidad, a la libertad de opinión y decisión democrática, a la igualdad en el ejercicio de los derechos humanos, a la pertenencia consciente a la comunidad nacional, cultural y lingüística que deseen todos los sectores integrantes de nuestro Pueblo, incluidos los minoritarios e inmigrantes.

Este Pueblo nuestro que, en una significativa mayoría, tiene conciencia clara de su identidad colectiva y que anhela ardientemente su reconocimiento tanto por los poderes políticos vigentes como por la misma Iglesia, quiere ser dueño de su futuro y creemos que lo irá reafirmando y reforzando con nuevos bríos, a pesar de seguir encontrando múltiples trabas internas y externas. Para ello afirmamos que lo único que tiene legitimidad como valor democrático para determinar su destino y configuración política como Nación es la decisión consciente, libre y democrática de los miembros de este Pueblo. Lo antidemocrático y antiético es entorpecer, impedir o negar el ejercicio de ese derecho fundamental de autodeterminación.

Al servivio de nuestro pueblo

Como sacerdotes de la Iglesia en Euskal Herria queremos buscar lo mejor para nuestro Pueblo en comunión de vida y de búsqueda con los cristianos y cristianas, con muchos otros hombres y mujeres de buena voluntad. Dentro de la misión y de la urgencia, siempre actual, de anunciar la Buena Nueva de Jesús, afirmamos nuestra disposición de ser y colaborar:

-como servidores de nuestro Pueblo y preferentemente de los más marginados económica, social y culturalmente, promoviendo la justicia en los sectores más desfavorecidos,

-compartiendo sus sufrimientos, esperanzas y luchas y denunciando todo lo que injustamente obstaculiza su proceso de mayor humanización,

-defendiendo y promoviendo todos los derechos de nuestro Pueblo como vía de superación de los conflictos y camino de la paz,

-celebrando con todo el Pueblo de Dios la acción liberadora de Jesucristo, Mesías y Señor de la Historia, en los caminos de una liberación integral de nuestro Pueblo, Euskal Herria,

-en la reivindicación y realización de la Iglesia vasca, plenamente inculturada en Euskal Herria, administrativa y pastoralmente unida en una Provincia Eclesiástica Vasca -tantas veces solicitada-, en comunión con la Iglesia Universal.

Manifestamos la esperanza compartida y la firme convicción de que nuestra Iglesia abrirá hoy caminos de una evangelización renovada ganando en credibilidad desde su contribución positiva en la búsqueda de soluciones a la grave situación que padecemos, como signo eficaz de comunión y de paz...

358 sacerdotes firmantes:

D. Amundarain, Diócesis de Donostia.

J. A. Badiola, Diócesis de Vitoria/Gasteiz.

J. Lezaun, Diócesis de Pamplona-Tudela.

A. Anchordoquy, Diócesis de Bayona.

J. F. Zamakona, Diócesis de Bizkaia.

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