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El Correo, 8-6-2002

Cuando ETA es el mesías

Una tesis de la UPV describe al MLNV como «comunidad creyente» que ha abandonado la fe tradicional para rendir culto «al pueblo y a sus mártires»

OLATZ BARRIUSO BILBAO

«La concepción del mundo que reduce la identidad a la pertenencia a una sola cosa instala en los hombres una actitud parcial, sectaria, intolerante, dominadora y los transforma a menudo en gentes que matan o en partidarios de los que lo hacen». Izaskun Sáez de la Fuente ha elegido una cita de Amin Maalouf para introducir su tesis doctoral, publicada ahora bajo el título El Movimiento de Liberación Nacional Vasco, una religión de sustitución (Desclée de Brouwer, Bilbao, 2002).. Y lo ha hecho para alertar de los peligros de la «sacralización» de cualquier sentimiento identitario y reivindicar a la vez «el pluralismo y la tolerancia» como impulsores de su trabajo.

Una obra gestada durante cinco años que, con gran profusión documental, pretende subrayar precisamente un fenómeno contrapuesto: la «fractura» que ha separado a la izquierda independentista radical del resto de los vascos y ha convertido a sus militantes en miembros de una «comunidad creyente» articulada de forma «endogámica y excluyente» en torno a sus propios ritos y a sus propias e inmutables «verdades de fe». Éstas son, según la autora, la transformación del pueblo vasco en objeto de culto y la configuración de una ética «legitimadora» de la violencia y el asesinato a través de la sacralización de la «figura del héroe», encarnada en los terroristas muertos «en combate».

Sáez de la Fuente describe un sistema de valores a contracorriente -«profundamente contrario al del resto de la población vasca y al de la base de cualquier partido democrático», explica- que se retroalimenta y perpetúa a sí mismo sin ningún viso de autocrítica ni apenas esperanzas para el cambio. «En el momento actual, se puede pensar que el movimiento en su parte ortodoxa no va a modificarse en sus cimientos», asegura Sáez de la Fuente, que señala cómo la disidencia en el seno de la izquierda abertzale encuentra escasa resonancia y se limita a discrepar del uso de la violencia «por razones de oportunidad política».

En plena tormenta por la pastoral de los obispos vascos -que ha hecho que muchos recuerden episodios como los encierros de jóvenes radicales en las parroquias para protestar por la ilegalización de Segi- la autora prefiere no sumarse a la polémica, si bien cree «machaconamente» demostrado que el MLNV es un movimiento «profundamente ateo y anticlerical», sobre todo en sus capas juveniles, sin que eso signifique que los saboteadores «se dediquen a quemar iglesias».

Secularización

Y aporta datos que apuntalan esta teoría y una de las tesis principales del libro: el proceso de secularización y «vaciamiento de los valores religiosos tradicionales» que se ha producido en la izquierda abertzale. En su primera época, el porcentaje de personas afines a HB que se declaran católicos asciende al 55%. En 1999, en cambio, las nuevas generaciones de la izquierda abertzale se reconocen en dos opciones: el ateísmo-increencia y el agnosticismo-indiferencia, que suponen el 85% del total. Un 2% de la juventud radical se autodefine como católico practicante , un nivel inferior al de países hipersecularizados como Suecia. A mediados de los noventa, sólo uno de cada diez simpatizantes de HB dice confiar en la Iglesia. Con la justificación de la violencia ocurre algo similar: el 54% de los afines a la izquierda abertzale la apoya, mientras que el porcentaje en el conjunto de la CAV desciende a un 4%.

Sostiene así Sáez de la Fuente que los valores tradicionales que se han volatilizado en el MLNV han sido sustituidos por otros. ¿Cuáles? O como se pregunta Imanol Zubero en el prólogo del libro: «¿Cómo es posible que tantas y tan diversas personas sostengan, contra toda evidencia, la visión del nacionalismo vasco radical, en el que la violencia encuentra acomodo?» La respuesta, según el estudio, estriba en el abandono por parte del independentismo violento de la concepción laica de la política, típica de las sociedades civiles modernas. El MLNV habría trasladado el objeto de culto -que ya no es Dios sino el pueblo- pero conservando, sin embargo, «los aspectos más intolerantes, rigoristas y totalizantes de la ortodoxia religiosa», afirma el propio Zubero.

El roble en los funerales

Sólo así -asegura Sáez de la Fuente- se pueden entender las particulares «liturgias» de una comunidad de «estructura piramidal» que coloca a ETA en la cúspide como «grupo mesiánico que debe salvar al pueblo oprimido», a los detenidos y presos en un segundo nivel y a los militantes ordinarios en la base. Baste un ejemplo aportado por la autora, reiterativo en la «parafernalia ritual» que invariablemente acompaña a los funerales y homenajes a los etarras muertos: el depósito de un trozo de roble junto al féretro -bien por los hijos biológicos del fallecido o por «la vanguardia juvenil, que se considera heredera del combate»- como escenificación de «la ruptura entre la vida y la muerte, inherente a cualquier hecho religioso».

Así se explica la «oferta de salvación» que propone el MLNV a sus fieles : «para ellos la salvación individual sólo será posible cuando se haya salvado el pueblo». De este modo también, el anhelo del ideal perseguido -«la liberación nacional y social de Euskal Herria»- perdura en la colectividad y el terrorista «se convierte en un héroe con entidad sagrada que pasa a engrosar el santoral de la causa».

 

 

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