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Avvenire, 10/09/2002

La Santa Sede expone las condiciones de un posible ataque a Irak

Habla secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede

Antes de lanzar una operación militar contra Irak se requiere intentar medidas alternativas, aplicar el derecho internacional, evaluar las consecuencias para la población civil y, por su puesto, que la decisión esté tomada en el seno de las Naciones Unidas.

Así lo explica en esta entrevista el arzobispo Jean-Louis Tauran, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede.

--Juan Pablo II definió el 11 de septiembre como «un día oscuro en la historia de la humanidad». Un año después, ¿se ha encendido alguna chispa de luz?

--Monseñor Tauran: Aquel acto abominable ha suscitado la condena universal del terrorismo, ha estimulado a los juristas a definir mejor el terrorismo y ha llevado a los responsables de las sociedades a examinar las causas de esta inhumana violencia. Además, tanto el encuentro de Asís del 24 de enero, como la conferencia «Hombres y religiones» en Palermo de hace unos días han resaltado que la religión no puede justificar nunca el terrorismo y que todos los creyentes tienen una tarea común: desarmar el odio. Dado que de un mal puede venir siempre el bien, creo que es muy positivo el hecho de que estos actos de violencia ciega e indescriptible en su dolor han sido unánimemente condenados. En particular, leyendo las declaraciones de tantos obispos, observo que se ha recalcado una verdad fundamental, que profesan todos los creyentes, y en particular los judíos, cristianos y musulmanes: la vida humana es sagrada, procede de Dios, creador de todas las cosas, y sólo Dios tiene derecho sobre ella. Se ha proclamado, además, y no sólo en las iglesias, sino por todos los sitios, que toda violencia es contraria a la ley de Dios y que los problemas sólo se pueden resolver con el diálogo, el derecho y el amor. De este modo, se construye un mundo en el que los hombres pueden vivir en paz y justicia; no hay otro camino.

--Mientras tanto, sin embargo, nubes de guerra se adensan ahora sobre Irak. ¿Cuál es la posición de la Santa Sede?

--Monseñor Tauran: Privilegiar siempre el diálogo; no aislar nunca a un país o a un gobierno, de manera que pueda exigir con más eficacia el deber a quien ha trasgredido las reglas del derecho internacional. Obviamente no se puede combatir el mal con otro mal, añadiendo mal al mal. Si la comunidad internacional, inspirándose en el derecho internacional y en las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas considerara oportuno y proporcionado el recurso a la fuerza, esto debería tener lugar con una decisión en el marco de las Naciones Unidas, después de haber estudiado las consecuencias para la población civil iraquí, así como las repercusiones que podría tener sobre los países de la región y sobre la estabilidad mundial. De lo contrario, se impondría sólo la ley del más fuerte. Es posible preguntarse legítimamente si el tipo de operación en el que se está pensando es un medio adecuado para hacer madurar una auténtica paz.

--La herida en Oriente Medio sigue abierta. Según usted, ¿cuáles son las condiciones básicas para llegar a una paz estable?

--Monseñor Tauran: Ante todo, que se callen las armas. Después, que cada quien respete al otro y sus legítimas aspiraciones; que todos apliquen las reglas del derecho internacional; que los Territorios Ocupados sean evacuados; y que se elabore un estatuto especial garantizado internacionalmente para salvaguardar el carácter único de los Santos Lugares de las tres religiones en Jerusalén. La comunidad internacional debería, después, estar más presente sobre el terreno para ayudar a los contendientes a mirarse y hablarse.

--En este año, el Papa ha insistido mucho en la condena al terrorismo y en el rechazo de toda connivencia de la religión con la violencia. ¿Qué efectos han tenido sus enseñanzas en la opinión pública mundial?

--Monseñor Tauran: Creo que los numerosos llamamientos del Papa en este sentido han tenido el gran mérito de ayudar a todos a comprender que no puede haber una teología del terror, que no se pueden confundir algunos grupos extremistas que se inspiran en el Islam con los auténticos musulmanes. Muchas iniciativas y declaraciones han repetido que entre judíos, cristianos y musulmanes se da una solidaridad en la fe, que debe ser fuente de reconciliación para todas las sociedades.

--Y, ¿qué efectos ha tenido en los gobiernos?

--Monseñor Tauran: Muchos jefes de Estado que han visitado el Vaticano han expresado satisfacción por el hecho de que la Santa Sede haya alertado ante toda posible confusión y ha sabido dirigir a todos una palabra independiente. Muchos han apreciado particularmente lo que dijo el Papa a la comunidad internacional el 10 de enero pasado: «Matar en nombre de Dios es una blasfemia y una perversión de la religión, y repito esta mañana lo que expuse en mi mensaje del 1 de enero "Es una profanación de la religión proclamarse terroristas en nombre de Dios, hacer en su nombre violencia al hombre. La violencia terrorista es contraria a la fe en Dios Creador del hombre; en Dios que lo cuida y lo ama"».

--¿Han cambiado tras el 11 de septiembre las relaciones de la Santa Sede con el mundo islámico?

--Monseñor Tauran: Creo que hoy por hoy ha quedado claro que combatir el terrorismo no quiere decir combatir el Islam. Los obispos estadounidenses, que están en contacto con una numerosa comunidad de religión islámica, han sabido afirmarlo inmediatamente después del 11 de septiembre. El Papa y sus colaboradores lo han repetido en muchas ocasiones. En este sentido, quisiera recordar lo que dijo Su Santidad a los representantes del mundo de la cultura en Kazajstán, el 24 de septiembre de 2001: «Deseo reafirmar el respeto de la Iglesia católica por el Islam, el auténtico Islam: el Islam que reza, que sabe ser solidario con quien tiene necesidad. Recordando los errores del pasado, incluso reciente, todos los creyentes deben unir sus esfuerzos para que Dios no sea nunca rehén de las ambiciones de los hombres. El odio, el fanatismo y el terrorismo profanan el nombre de Dios y desfiguran la auténtica imagen del hombre».

--En definitiva, ¿considera usted que se ha luchado eficazmente contra el terrorismo en estos doce meses? O, ¿queda algo por hacer?

--Monseñor Tauran: Lo importante es que hoy por hoy ningún responsable político digno de este nombre y ningún jefe religioso puede justificar el terrorismo, independientemente del lugar en el que quiera perpetrar su obra de muerte. Esto es ya de por sí un resultado muy importante. Ciertamente los culpables tienen que ser castigados y puestos en una situación en la que no puedan hacer daño. Pero tenemos que estar atentos a no confundir justicia con venganza y a evitar que poblaciones enteras paguen por las crueldades de los responsables de los atentados. Pero queda aún mucho por hacer. El Santo Padre lo recordó precisamente el sábado pasado: combatir las situaciones de violencia y de desigualdad entre los pueblos, acabar con las guerras que quedan por resolver, inculcar a las jóvenes generaciones una cultura de la legalidad y de tolerancia. Los medios de comunicación, en particular, tienen que estar atentos a no difundir imágenes que incitan a la desconfianza, al odio, al abuso. Y, por último, es sumamente importante la manera en que se enseña la historia de la religión en las escuelas: si queremos que la situación no sea como la precedente al 11 de septiembre, es indispensable promover una cultura del respeto recíproco.

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