Frei BettoEn el final
de la década de los 70, Lula y yo actuábamos en la misma ciudad, Sao
Bernardo do Campo. Él como líder metalúrgico; yo como asesor de la
Pastoral Obrera. Sin embargo, solo nos conocimos personalmente en
enero de 1980, en Joao Monlevade (MG). Participamos juntos de la
posesión de Joao Paulo Pires de Vasconcellos, electo presidente del
sindicato de los metalúrgicos de la Compañía Belgo Mineira.
Al salir de la prisión, en 1973, pasé cinco años en
Vitoria, invernando en la favela del morro de Santa Maria. Me dediqué
a la organización de las CEB's (Comunidades Eclesiásticas de Base)
que, multiplicadas, llegaron a 100 mil en todo el país.
En 1978, Fernando Henrique Cardoso (FHC) me invitó a
una conversación en Sao Paulo, con la presencia también de Plinio de
Arruda Sampaio y Almino Afonso. Estaban convencidos de que la
dictadura llegaba a su agonía. En breve, la apertura política
propiciaría el surgimiento de nuevos partidos. En el bolsillo de su
chaleco, ellos traían del exilio el proyecto de fundación de un
partido socialista. Tenían la forma, y ubicaban a las CEBs como
relleno...
En dos encuentros y mucha discusión, enfaticé en que
las CEBs no se prestarían para servir de terreno de maniobra a
intelectuales iluminados, ni se convertirían, como suponía FHC, en un
nuevo PCB: el Partido de las Comunidades de Base. El pronóstico de las
CEBs, que más tarde obtuvo el apoyo de Plínio Arruda Sampaio, era que
del movimiento social irrumpido en los años 70 (lucha contra la
carestía, oposiciones sindicales, etc.) brotaría un partido de abajo
hacia arriba, y no de fuera hacia adentro del país.
Relaté esto a Lula en un almuerzo en Joao Monlevade.
Él había participado en la campaña de FHC al senado y, desde entonces,
se preguntaba por que el trabajador no elegía al trabajador. Seis
meses antes, en un congreso sindical en Salvador, él había sugerido la
creación de un partido de los trabajadores. Idea que le vino a la
cabeza el mismo día en que Marisa daba a luz a su hijo Sandro, 15 de
julio de 1979.
La propuesta del PT (Partido de los Trabajadores),
creado oficialmente al mes siguiente de nuestro encuentro, era afín
con las expectativas de las CEBs, nutridas por la Teología de la
Liberación, que sistematizaba los principios orientadores de la
relación fe y política, ellas no se dejaron absorber por los núcleos
del PT, ni el PT cedió a la tentación de repetir el error cometido en
países socialistas, cuyos partidos comunistas hicieron de los
sindicatos y movimientos sociales meras correas de transmisión de sus
objetivos políticos.
Asociación
Lula era adverso a quien intentase usarlo. A pesar de
su actuación en la campaña de FHC, mantenía distancia con la izquierda
organizada y de los políticos profesionales, a excepción de algunos
pocos, como el senador Teothônio Vilela, que le apoyó en las huelgas.
La formación religiosa de Lula facilitó su
aproximación con la Pastoral Obrera, integrada también por
metalúrgicos que se destacaban en la actividad sindical, devoto de
Jesús y de San Francisco de Asís, a Lula le gusta orar, tiene como
hábito hacer la señal de la cruz antes de los alimentos, y nunca falta
a la Misa del Trabajador, celebrada todo 1º de Mayo en la iglesia
matriz de Sao Bernardo do Campo. En tanto, preserva su fe con la misma
discreción con que protege a su familia del asedio de los medios.
De nuestro encuentro en Joao Monlevade nació la
ANAMPOS (Articulación Nacional de los Movimientos Populares y
Sindicales), destinada a congregar, con carácter suprapartidario y
supraconfesional, militantes y entidades identificadas con las
aspiraciones libertarias expresadas en la práctica pastoral de las
CEBs y en la Carta de Principios del PT.
Terminada la ceremonia de posesión, partimos hacia
Belo Horizonte, a donde llegamos tarde. Por la falta de vuelos a Sao
Paulo, fuimos a dormir en casa de mis padres. No había cama para
todos. En la alfombra del comedor durmieron, lado a lado, Lula, Olívio
Dutra, Henos Amorina, Joaquim Arnaldo, y otros dirigentes sindicales.
La ANAMPOS generó la CUT, en agosto de 1983, después
de la ruptura en el Congreso Sindical de Playa Grande (SP), en febrero
de aquel año. Diez años después, la ANAMPOS desapareció para dar lugar
al surgimiento de la CMP (Central de Movimientos Populares).
En la campaña salarial de 1980, se estrecharon los
lazos entre el sindicato y la Pastoral Obrera de Sao Bernardo do
Campo. Cuando estalló la huelga, ayudé a cuidar de la infraestructura
del movimiento, cuando Lula dirigía las asambleas en el estadio de
Villa Euclides y las difíciles negociaciones con el sector
empresarial. El régimen militar temía los efectos políticos de la
huelga, decidió jugar duro, intervino el sindicato y anuló el mandato
de la directiva. Don Claudio Hummes, obispo de ABC, liberó la matriz
de Sao Bernardo do Campo para las asambleas sindicales. Algunos fieles
se escandalizaron: están profanando el templo. El Padre Adelino de
Carli, vicario, respondió: "¿De qué vale prestar culto a Dios y dar
las espaldas a quien lucha por el pan de la vida?"
Atrás de la iglesia, organizamos el Fondo de Huelga,
venían alimentos de todo el país, camioneros transportaban las
donaciones mezcladas con la carga. Ricardo Kotscho, reportero de la
Folha de Sao Paulo, me llamó aparte en una asamblea y me entregó el
cheque de su salario.
Toda la directiva del sindicato fue encarcelada. En
compañía del diputado Geraldo Siquiera, yo dormía en casa de Lula el
día en que se lo llevaron. Fui despertado cuando los hombres del
delegado Romeu Tuma tumbaron la puerta, luego que el vehículo partió,
fui donde Don Claudio y el Cardenal Paulo Evaristo Arns, Arzobispo de
Sao Paulo. Por la radio del vehículo, Lula escuchó, aliviado, la
noticia de su encarcelamiento, pues temía ser víctima de una trampa
del Escuadrón de la Muerte.
Cuando lo liberaron, un mes después, la primera cosa
que hizo al llegar a casa fue abrir todas las jaulas y liberar a los
pájaros.
Persistencia
Lula llega a la presidencia de la República gracias al
movimiento social articulado en los últimos 40 años, en el cual la
pedagogía de Paulo Freire tiene más peso que las teorías de Marx. Y
también por la fuerza de una de sus virtudes, la persistencia. Él no
sabe perder ni en las cartas. Fue esa persistencia que le hizo renovar
el sindicalismo brasileño, fundar el PT, crear la ANAMPOS, la CUT, el
Instituto Cajamar – escuela de formación política de líderes populares
- , y el Instituto Ciudadanía, centro de investigación y elaboración
de políticas públicas.
Durante los últimos 21 años, Lula recorrió el país de
punta a punta, raro es el municipio que no haya pisado. Su liderazgo
favoreció a la proliferación de movimientos sociales y ONGs,
sindicatos y núcleos partidarios, llevando al PT a elegir cientos de
concejales y diputados, estatales y federales, así como senadores y
gobernadores. Hoy el PT gobierna a cerca de 50 millones de brasileños.
Y obtuvo en la contienda del 6 de octubre, 126 millones de votos,
eligiendo a 10 senadores, 91 diputados federales (la mejor bancada de
la Cámara de los Diputados) y 147 diputados estatales.
Indignación
El poder es la mayor tentación del ser humano, por
encima del dinero y el sexo. Lula resiste gracias a personas que él
más admira: doña Lindu, su madre, fallecida en 1980, cuando él estaba
en la cárcel. Heredó de ella la persistencia y el orgullo de conservar
la dignidad, incluso en un camión no de madera, en el cual la familia
viajó 13 días, de Garanhuns a Sao Paulo, o viviendo en el fondo de un
bar, en un cuarto pequeño, obligado a usar el mismo baño abierto a los
clientes.
Lula trae en el rostro la marca de la indignación.
Quedó marcado por el hambre, el trabajo infantil como vendedor
ambulante en la Baixada Santista, la decepción al reencontrar a su
padre con otra mujer e hijos; la humillación de ser expulsado de un
cine por no vestir chaqueta; el trabajo nocturno , que le costó el
dedo meñique de la mano izquierda; la muerte, en un hospital, de la
primera mujer y del bebé que ella traía en el vientre, porque pobre no
contaba para costear el sistema de salud.
Son experiencias que han forjado su personalidad y le
incentivan a luchar por los derechos de la mayoría, sin ceder a los
encantos del poder, nunca dejó de vivir en Sao Bernardo do Campo;
jamás tuvo empleada doméstica; no gusta de ostentaciones ni de
ambientes presuntuosos; y ha devuelto empaquetados regalos enviados
con la intención de alineamiento o cooptación; le hace feliz el cariño
del pueblo con quien mantiene una relación afectuosa, pues jamás se
molesta con el asedio del público. Para sentirse bien en la vida, le
basta estar rodeado de su familia y sus amigos, vistiendo con bermudas
y camiseta, calzando un par de sandalias, al lado del fogón donde
puede preparar sus recetas favoritas, como conejo o pasta a la
carbonara.
Lula presidente sorprenderá a la nación, pues adoptará
otra gramática de poder, con firma propia, como hizo en el
sindicalismo y, sobre todo, en la política, al crear un partido
combativo y ético. No rehusará el trabajo en equipo, movilizando a
todos los sectores de la sociedad brasileña, sin prestarse al juego
rastrero de las transacciones fraudulentas y el favoritismo. En el
currículo de sus ministros importan tres características
fundamentales: ética, competencia y sensibilidad social.
Lula esperaba ganar en la primera vuelta. Era también
la previsión de José Dirceu, con quien me encontré en la noche del 5
de octubre, en casa de Lula. Aún ante la inminencia de ser electo él
se recusaba a hablar de cargos y nominaciones, y se divertía con las
especulaciones de los medios, como fuentes supuestamente fidedignas
que pusieran afirmar, con seguridad, quienes serían el presidente del
Banco Central o el ministro de Hacienda. Para Lula, fue una noche mal
dormida la del 5 al 6 de octubre, por causa de la ansiedad que invade
a quien participa de una gran disputa, como estudiante a la espera de
los resultados de los exámenes. De mañana, después de recibir la
llamada de Cristovam Buarque, comunicando que vencerá la contienda
entre los brasileños radicados en Nueva Zelandia, Lula pidió a un
amigo masajista que lo aliviara de la tensión. Salió a votar y volvió
a su apartamento, donde nos quedamos conversando y siguiendo el
noticiero en la televisión. Al medio día el se relajó y durmió, por
dos horas. Se despertó dispuesto, grabó escenas para dos películas
sobre su trayectoria política: una dirigida por Duda Mendonça y el
otro para Joao Moreira Salles.
Soplamos una vela y cortamos un pastel para conmemorar
sus 57 años, oramos el padre nuestro y el Salmo 72 en la versión de
Frei Carlos Mesters (el buen gobernante escucha los pedidos de los
pobres), y salimos para el comité nacional en la Villa Mariana en Sao
Paulo para esperar el resultado de la contienda. A las 11 de la noche
confirmando que le faltarían 3,5 millones de votos para ganar en la
primera vuelta, Lula volvió a la casa con Mariza. Cansado, fui para el
convento, olvidando la carne que en la tarde preparé y dejé en el
horno para que Lula y Mariza comieran un arroz con carne antes de
dormir.
Aquella noche, entre tanto, él durmió saciado de
votos. Y nosotros, sus electores, llenos de esperanzas.
Nuestra democracia todavía no es, como querían los
griegos, un gobierno del pueblo para el pueblo. Pero con Lula
presidente será la segunda vez en la historia del Brasil que un hombre
del pueblo gobernará esta nación. La diferencia es que Nilo Peçanha,
que gobernó el país de junio de 1909 a noviembre de 1910, como
vicepresidente ocupó el lugar dejado por la muerte de Alfonso Pena.
Como hijo de panadero Nilo conoció la pobreza. Lula, elegido por una
amplia mayoría de votos, conoció la miseria. Sobreviviente de la gran
tribulación del pueblo brasileño Lula es ahora un victorioso.
* Frei Betto es escrito autor "Alfabetto -
autobiografía escolar" (Atica), entre otros libros.
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