En su último número, la revista «Razón y Fe», editada por la
Compañía de Jesús, dedica su editorial a la «Eutanasia y derecho a
morir con dignidad». El texto ha sido interpretado por algunos como
una defensa de la eutanasia activa por parte de la orden. Sin
embargo, y como confirmó a ABC el director de la revista, Jesús San
José, «se trata de una interpretación absolutamente torticera del
texto». Para SanJosé, «la línea editorial de la revista defiende
claramente la postura de la Iglesia en contra de la eutanasia, no
sólo desde los planteamientos de la fe cristiana, sino desde
argumentos filosóficos en defensa de la vida».
Desde la provincia española de la Compañía de Jesús (cuyo
provincial es Isidro González Modroño), se apuntó que el editorial
«es un artículo de fondo, ponderado, que se ha intentado sacar de
contexto», lo que «ha traído consigo una media verdad. En ningún
momento se defiende la eutanasia».
Planteamiento de posturas
A lo largo del editorial (motivado por «la reciente legalización
de la eutanasia en Holanda»), «Razón y Fe» plantea las distintas
posturas que desde la doctrina de la Iglesia y la ética civil son
defendidas en torno a la eutanasia y los cuidados paliativos. Tras
preguntarse si «es posible un encuentro» entre ambas posiciones, el
editorial se posiciona sobre «la pendiente resbaladiza» que supone
la práctica de la eutanasia activa.
La toma de postura de la revista es clara en el penúltimo
párrafo, donde concluye que «unos cuidados paliativos de calidad
respetan y dignifican al ser humano mucho más que la decisión de
escaparse de la vida saliendo o imponiendo que lo saquen por la
«salida de emergencia» de la eutanasia directa». Estos son los
principales párrafos del polémico editorial:
Sensibilidad europea creciente: «En la evolución moderna de la
conciencia se va abriendo paso la exigencia del respeto a la vida,
pero también a la muerte, y que por ello se reconozca el derecho a
la eutanasia, a disponer de la propia vida y señalar el momento en
que, con asesoramiento médico y con las debidas garantías, se pueda
salir de este mundo... hacia donde sea, hacia Dios, el más allá o la
nada».
Doctrina de la Iglesia: «La Iglesia insiste en considerar
intrínsecamente inmoral la eutanasia, es decir, toda intervención
que tenga por objeto poner fin directamente, aunque sea por «razones
humanitarias», a la vida de una persona. Ninguna autoridad puede
autorizar ni menos imponer la supresión de la vida de un ser humano
(«inocente»), sea un embrión, un feto, un enfermo incurable, y nadie
puede pedir para sí o para un familiar una acción semejante. La
persona humana tiene un valor absoluto y la vida humana nunca es un
medio, sino un fin (...)
Si desde la cima de este principio general iniciamos el descenso
a casos particulares se abren algunos senderos no siempre
coincidentes. La afirmación del principio general de «intocabilidad
de la vida», ¿está directamente extraída de la revelación cristiana
o es una conclusión filosófica (...). Hablar por tanto de la vida
humana como algo absoluto no parece del todo ajustado».
Ética civil: «Desde la orilla creyente podemos adherirnos a la
defensa del derecho a morir con dignidad, que parece estar en las
sociedades civiles en la base de las medidas legales que
despenalizan algunos casos de eutanasia activa. Pero no estamos
aguando a toda prisa la doctrina católica para llegar a un «consenso
light» más o menos amañado con otras corrientes que propugnan la
eutanasia. Dentro del derecho a morir en paz con una muerte
plenamente humana, hay una distinción, que no es un juego de
palabras sino que va mucho más al fondo. «Morir en paz» no equivale
exclusivamente a eutanasia activa. Más que hablar del «derecho a
morir» preferimos la expresión de «dejar morir» bien, serenamente,
ofreciendo los necesarios cuidados y la asistencia médica y
sanitaria con los medios necesarios disponibles».
¿Es posible un encuentro?: «En el plano de la ética civil, en el
que legislan nuestras sociedades modernas secularizadas, y si se
prescinde de toda connotación religiosa, no llegamos a encontrar
razones definitivas que impidan a una persona, cuya vida a juicio de
los médicos no tiene futuro y está expuesta a la amenaza de muy
fuertes dolores, acudir a la eutanasia directa, que debería estar
regulada con precisión y rodeada por serias garantías legales».
La pendiente resbaladiza: «Se trata de elegir uno de los términos
de la alternativa: matar o dejar (y acompañar) al que muere».
«Cuando la Iglesia rechaza la eutanasia directa y se adhiere al
«dejar morir», sigue un camino a nuestro juicio mucho más
humanizador, que respeta con mayor coherencia la dignidad de la
persona humana. Elegir la vía de la eutanasia directa nos sitúa en
una «pendiente resbaladiza» que está al borde de riesgos llenos de
amenazas (...)
No pretendemos con esto agigantar artificialmente los peligros de
la eutanasia directa, pero nos parece que, no sólo desde la fe, sino
desde la razonabilidad y desde la propia compasión humana, unos
cuidados paliativos de calidad respetan y dignifican al ser humano
mucho más que la decisión de escaparse de la vida saliendo o
imponiendo que lo saquen por la «salida de emergencia» de la
eutanasia directa».