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Las dos polaridades del obispo Carrera 8-7-2005
(Noticia, acompañada al final de comentarios)
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Josep Miró i Ardèvol Fundador de e-cristians y Forum Libertas. |
No es que la Iglesia tome bando, es que la Iglesia es un bando y la ideología de la desvinculación el otro. En los días inmediatos a la gran manifestación por la familia del 18 de junio en Madrid, el estimado monseñor Carrera, obispo auxiliar de Barcelona, hizo pública su disconformidad con aquel acto porque -decía- configuraba dos polaridades y no era bueno que la Iglesia estuviera alineada en una de ellas, la que se manifestaba, porque dificultaría la transmisión del mensaje cristiano. Era evidente que esta opinión contrastaba con la nota de la Conferencia Episcopal Tarraconense de los obispos catalanes y las declaraciones de su presidente y vicepresidente, los arzobispos de Tarragona y Barcelona, pero creo que tenía buena parte de razón. Ciertamente, hay dos polaridades y la Iglesia no es que esté en una, es que es una de ellas. Quizás en esta diferencia entre el estar y el ser radica mi amistosa discrepancia con nuestro obispo auxiliar.Porque la manifestación surgió tras meses de lógicas dudas y vacilaciones de una parte de la sociedad civil y en torno a cinco núcleos: - las asociaciones familiares - las de padres y madres de las escuelas concertadas de ideario cristiano - los grupos Pro Vida - las organizaciones cristianas del catolicismo de presencia como el Movimiento Cultural Cristiano, la Asociación Católica de Propagandistas y E-Cristians, por ejemplo - los movimientos de Iglesia, desde los neocatecumenales al movimiento de Schoenstatt, de los cuales prácticamente no faltaba nadie. Esta es la polaridad y define una masiva toma de conciencia de muchos laicos, la más grande desde la liquidación de la Acción Católica. Parte de nuestra Iglesia ha cometido errores en el pasado, como el de su desprecio intelectualista y rigorista por lo que ahora se llama religiosidad popular, las cofradías y hermandades, y que hoy a pesar de todo, continúan siendo una fuente viva de presencia y sentido religioso en España. No sería bueno que algunos incurran ahora en un error parecido: rechazar la popularidad del hecho simplemente porque no les acaba de encajar en su subjetividad doctrinal. Podría ser todo más pulcro, de acuerdo, pero no más masivo y honesto. Hablar de polaridades haciendo abstracción de las condiciones objetivas que las han generado es un error. Porque la manifestación del 18 de junio nace de unas condiciones previas que necesariamente tienen que ser examinadas. Preguntémonos por qué de todos los caminos posibles por resolver aspectos concretos relacionados con la convivencia de las parejas homosexuales, se ha escogido el más radical y conflictivo, más allá de lo que se ha legislado en Bélgica y en Holanda que ya eran extrañas singularidades en el mundo. ¿Por qué no se han utilizado soluciones como la francesa o la de los países nórdicos, más generalizadas y menos conflictivas? ¿Por qué Rodríguez Zapatero desde el primer momento ha planteado la cuestión desde la confrontación, negándose a todo diálogo, destruyendo cualquier puente y pasando por encima de la gente de su propio partido que no comparte -ni acaba de comprender- las razones de este enfrentamiento? Ciertamente hay dos polaridades. Una es la Iglesia, los católicos y mucha otra gente de diferentes confesiones (cómo lo constata el acuerdo en Cataluña entre E-Cristians y organizaciones musulmanas) o que simplemente comparten diagnósticos y respuestas. La ideología de la desvinculación se construye bajo la pretensión de que la realización personal sólo se logra mediante la satisfacción de los propios deseos y sus pulsiones y que todos los vínculos, cánones, normas, tradiciones, leyes, religión, relaciones personales quedan supeditadas. El vínculo, el compromiso con los demás, no tiene valor per se - el caso del matrimonio como institución de la filiación y fraternidad- sino en la medida que satisface los deseos, se amolda. Si para satisfacer el deseo hace falta desnaturalizarlo, no importa porque el vínculo no tiene sentido en sí mismo como institución a preservar.
De
esta ideología surge la política desvinculada, formalmente
democrática, un ritos laicos con aromas de despotismo y
dictadura de la mayoría.
Estas
son las polaridades y que cada cual elija campo, sin olvidar
que no somos nosotros, en absoluto, quienes negamos el diálogo
ni la capacidad de razonar.
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