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PALABRAS DEL CARDENAL ROUCO ANTE EL PAPA 4-7-2005
(Noticia, acompañada al final de comentarios) El lunes 4 de julio 2005 el Papa ha recibido una peregrinación de la diócesis de Madrid, presidida por su arzobispo. Su discurso puede leerse en Zenit. "¡Os saludamos con todo el afecto filial que los hijos de la Iglesia en Madrid y en España han guardado siempre para el Papa, y muchos más ahora en estos momentos tan difíciles y a la vez tan esperanzadores de nuestra historia!... sumamente agradecidos y gozosos por habernos recibido como hijos en la casa del Padre... muy cerca, ¡al lado mismo! del Sucesor de Pedro: ¡el que nos confirma e ilumina en la fe y alienta incansablemente nuestra esperanza y nuestra caridad!...
Después de citar a "Ortega y Gasset,
uno de nuestros más famosos pensadores del siglo XX"(
cuando hasta ayer estuvo condenado e incluido en el Índice de Libros
Prohibidos. ¡Vivir para ver!), dice la única cosa clara: "que en
la ciudad de Madrid y de nuestra patria España, como si no
estuvieran
profundamente transidas y marcadas ininterrumpidamente desde sus
inicios por el «sí» a Cristo profesado por incontables generaciones
de sus hijos e hijas, ¡de sus familias!, en el seno de la
Iglesia católica, con unos rasgos marianos extraordinariamente
entrañables.
No sólo se niega la fe sino también la misma razón humana, como se puede ver en la reciente legislación sobre el matrimonio y la familia. Etc. etc. El diagnóstico de Rouco es certero y absoluto; dogmático e infalible. ¡Para que andarse con distingos...! Él sabe lo que se dice y Benedicto XVI lo entiende... El discurso de Rouco suena a rancio y retórico, a un descarado culto a la personalidad. La papolatría, tan fomentada en tiempos de JP II por el Opus y los Neocatecumenales, continúa alentándose. Crece y crece y crece... Jesús, por mucho que se disfrace, disminuye y disminuye hasta quedar reducido a un pobre y simple telonero que llena los huecos de una Iglesia prepotente, cada vez menos suya, si es que alguna vez lo fue... En los templos, los obispos citan más las encíclicas papales (verdaderos muermos) que el fresco y directo mensaje evangélico... ¡Si Cristo levantase la cabeza!
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