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EL BANDERAZO

Josep A. Comes

Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, define la prudencia como el recto discernimiento de las acciones humanas (“recta ratio agibilium”). Es, pues, una virtud activa que califica los actos, aunque también hay quienes, en la Iglesia muchísimos, la consideran una virtud pasiva y se escudan en ella para no actuar. A la luz, pues, de esta definición aristotélica pienso que el presidente Aznar ha actuado, cuando menos, imprudentemente en la cuestión del banderazo, por no haber discernido bien el alcance de una decisión que tantos comentarios políticos y mediáticos, jocosos y razonados, ha suscitado. Nueva imprudencia, reaccionar ante las críticas afirmando que quienes las han hecho son unos acomplejados o malos patriotas. Con la que está cayendo ahora en el País Vasco y con la interesada confusión que se está instrumentalizando entre nacionalismo y terrorismo, el presidente de todos los españoles, antes de actuar, tenia que haber ponderado mejor si era el momento oportuno (al día siguiente de que Ibarretxe hiciera su propuesta) para este exhibicionismo tan colosal.

Medio en broma medio en serio, me parece también que con esta imprudencia, Aznar nos ha revelado hasta que punto padece tortícolis yanqui; la misma, pero romana, que, según el cardenal Tarancón, padecen los obispos españoles de tanto mirar hacia Roma. Mirar de reojo cómo los norteamericanos izan su bandera en edificios públicos y en casas particulares, la ondean en marciales desfiles y la exhiben en toda clase de actos políticos y civiles, ¿no lo habrá acomplejado y no habrá querido ser menos?. Para bandera , la nuestra: 300 metros cuadrados.( Ojalá el complejo se redujera sólo a esto y no a agradar al emperador Bushcon la adhesión incondicional a la guerra contra Irán o en conceder la exención a los ciudadanos norteamericanos ante el Tribunal Penal Internacional). En esta línea le sugiero que se supere a si mismo ordenando que todas las mañanas, en las escuelas, se vuelva a izar la bandera y que los alumnos formados militarmente la saluden reverentes. ¿No ha pensado que así se conseguiría mejor y más pronto que España fuera “una, grande y Libre”?.

Ahora en serio: a tenor con el espíritu de la Constitución de 1978 y del consolidado Estado de las Autonomías, a lo que tanto se recurre ahora como al no va más del sentido democrático, lo que hubiera sido realmente prudente es que Aznar hubiera mandado que, en la capital del Reino, junto a la enseña estatal, ondeen, y se les tribute mensualmente homenaje, las 17 banderas autonómicas. Esto si que sería un auténtico símbolo de la voluntad de todos los españoles de ser no una nación cualquiera, sino una nación de nacionalidades y regiones , un verdadero estado autonómico. ¿Y no seria ello una muestra del verdadero “patriotismo constitucional”?

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