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Vittorio Messori sí que pronostica un duro declive del Papa.

Hace cuatro días Lola Galán en El País nos anunciaba un artículo que no encontramos entonces en la página de Corriere della Sera. En nuestro cementario el día 18 preguntábamos por él. Por fin hoy lo publica en su texto íntegro La Razón.

 El artículo es importantísimo por la significación del autor y por lo difícil que es situarlo. Tal vez por esto ha tenido muy poco eco en otros medios.

 Vittorio Messori es el autor de una larga entrevista al Papa, publicada como libro con el título "En el umbral de la Esperanza". Es el periodista de confianza de la actual cúpula vaticana.

En marzo de este año ya llamó la atención un artículo suyo, también en Corriere, sobre las presiones que algunos altos de la curia le hacían al Papa para que dimitiese. Según él eran ahora los más conservadores, preocupados de que Juan Pablo II aún pudiera hacer algún gesto radical de renovación, los que preferían la dimisión. Así lo comentaba entonces ampliamente La Nación de Buenos Aires.

Como las opiniones sobre la posible dimisión han subido de nivel y se han hecho más explícitas (en la semana pasada coincidieron una declaración de Ratzinger y otra del cardenal hondureño Rodríguez Madariaga) Messori ha elegido una manera de cerrar el camino a esas expectativas, pero tremendamente dura. Basándose en la opinión de un especialista en la enfermedad de Parkinson que no nombra, ha venido a decir: "perded toda esperanza de dimisión: la enfermedad, además de provocar un gran sufrimiento más moral que físico, impide tener esa capacidad de juicio que implica una decisión así". 

Claro que este argumento va contra la afirmación de los cardenales: "cuando el papa vea que ya no es posible continuar rigiendo la Iglesia dimitirá". Pero para quitar esa esperanza y dejarlo todo hasta el fin en las manos de Dios, ha tenido que cargar las tientas de una manera casi brutal que provocan más serias preocupaciones. Dice el oculto doctor: "los enfermos de Parkinson que superan los ochenta años presentan graves síntomas de déficit cognitivo. En las fases sucesivas, con frecuencia se llega casi a una total insuficiencia mental, designada con el término cruel, pero técnico de demencia".

Entre tanto el Papa emprende un nuevo viaje. Va a seguir dando muestras de fuerza de voluntad en el sufrimiento. Parece como si pensara ya más en lo que dice Messori: en su proceso de beatificación. La manera de acabar su artículo Messori da una señal de cómo se está viviendo esta situación en los círculos más íntimos a Wojtyla: "No hace falta ser profeta para prever que, un día, la Congregación para las causas de los santos será llamada para juzgar un dossier encabezado por una etiqueta escrita con un «Karol Wojtyla, Sumo Pontífice con el nombre de Juan Pablo II». Y es también muy fácil prever que precisamente los años del declive -los del «cuando envejezcas, otro te ceñirá la túnica»- serán valorados con particular emoción por esos jueces severos que, de modo especial en este sufrimiento así aceptado, percibirán un inconfundible indicio de Evangelio»  

Pero como nos preguntábamos en nuestro anterior comentario del día 18: ¿quién es el que entretanto va a ir tomando las graves decisiones que urge tomar en una Iglesia gobernada por ancianos en la cumbre oficial -véase lo que publica ayer en El País Lola Galán a quien pedimos disculpas por haber puesto en duda su información del día 18-  y por no se sabe qué grupos en lo tapado?. A.D.