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Diez años de Juan XXIII en Bulgaria

¿Con que experiencias se estará preparando hoy el alma del futuro papa que podría aportar un aire nuevo a la Iglesia?

El Papa Juan Pablo II visita hoy Bulgaria. Llega viejo y enfermo pero con el acostumbrado despliegue de personalidades y periodistas. ¡Qué distinta la experiencia  de Bulgaria que tuvo otro Papa, Juan XXIII, que pasó diez años de Visitador Apostólico en Sofía con la sensación de estar relegado allí sin poder hacer nada!

He repasado con esta ocasión algunos de sus apuntes espirituales del "Diario del alma" (Cristiandad 1964). Creo que vale la pena asomarse a esa alma y comprender por qué experiencias de humildad, no de liderazgo y triunfo, se iba preparando el espíritu del gran Papa que fue:

Un conjunto de circunstancias confiere a mi recogimiento espiritual una nota concreta de abandono en Jesús doliente y crucificado, mi maestro y mí rey. Las penas con que, en los pasados meses, ha querido el Señor probar mi paciencia por las gestiones en torno a la fundación del seminario búlgaro; la incertidumbre, que dura ya más de cinco años, en cuanto al objeto definitivo de mi ministerio en este país; las angustias y dificultades por no poder hacer más y tenerme que contentar con una vida de perfecto ermitaño, contra la tendencia de mi espiritu a las obras del ministerio directo con las almas...

Por la gracia divina, me siento y quiero ser de veras indiferente a todo lo que el Señor quiera disponer de mí, en cuanto a mi futuro. La palabrería del mundo en torno a mis asuntos no me afecta para nada. Estoy dispuesto a vivir así, aun cuando el presente estado de cosas debiera proseguir sin cambio durante años y años. Nunca expresaré ni siquiera el deseo o la inclinación más lejana de cambiar, por mucho que esto cueste a mi sentimiento. "Oboedientia et pax". Es mi lema episcopal. Quiero morir con el gozo de haber hecho siempre, incluso en las cosas pequeñas honor a mi consigna. (Retiro de 1930, pg. 290-291)

Consagrado obispo en 1925, Angelo Roncalli tuvo que ir en difícil misión a un país no católico, Bulgaria, donde estuvo como "desterrado" diez años. Y después otros diez en Turquía y Grecia. En estas experiencias sin lustre ni aclamación de multitudes -hasta los 64 años no tuvo un cargo importante: nuncio en París- se fue forjando el gran Papa:

En mis relacions con todos -católicos u ortodoxos, grandes o pequeños- procuraré dejar siempre una impresión de dignidad y bondad, bondad luminosa, dignidad amable... Para hacerme más útil en mi ministerio en Bulgaria estudiaré con especial las lenguas francesa y búlgara. (Retiro de 1927, pg. 283-284)

Nunca hizo "carriera" aun conociendo bien los resortes para hacerla. "No daré jamás un paso, ni directo ni indirecto, para provocar un cambio, o lo que sea, en mi situación". (Retiro de 1928, pg. 289) "La prolongada vida de representante pontificio en este país me acarrea con frecuencia agudos e íntimos sufrimientos que me esfuerzo por ocultar... por el triunfo de su gracia en este pueblo sencillo y bueno, pero ¡cuán desventurado!" (Retiro de 1933, pg. 298)

Y el Señor miró la humildad de su siervo y lo eligió para hacer con él maravillas. Por eso fue un papa con fe, que sin liderazgo, con humildad profunda, sirvió a la Iglesia y la invitó a ser toda ella sevidora de los hombres. ¿Con que experiencias se estará preparando hoy el alma del futuro papa que podría aportar un aire nuevo a la Iglesia? Antonio Duato.

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