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EL PAPA DEJA AL MUNDO BOQUIABIERTO                               29-6-2005

 

    De F.A., nuestro corresponsal en Roma

 

El pasado domingo, en el transcurso de una solemne celebración en la basílica de San Pedro, improvisada a raíz del Día Mundial contra la Pobreza, el papa pronunció un discurso tan breve como asombroso.  Los cardenales de la Curia que ocupaban lugares preferentes no daban crédito. Sus rostros denotaban sorpresa, desconcierto, estupor... La verdad es que, habida cuenta de la trayectoria del nuevo pontífice y sus recientes declaraciones, nada hacía prever semejante desenlace. Dada la suma trascendencia de sus palabras, extractamos a continuación los párrafos más significativos.

 

Hermanos y hermanas, cristianos del mundo entero -dijo el papa con voz firme desde el principio-. Abrid bien vuestros ojos y vuestros oídos. No sea que, como ya nos advirtiera Jesús, mirando no veis y oyendo no entendáis... Apartad de vuestra mente todo prejuicio y, como niños, recibid el mensaje evangélico.

 

Mirad a Jesús. De rodillas a los pies de los apóstoles, lavándoles los pies, antes de comer la cena fraternal, su última cena... Ese gesto es la afirmación categórica de estar con los hombres, pero ocupando el último lugar. Ha elegido el lugar que nadie ambiciona; de suerte que nadie se lo disputará ni se lo arrebatará jamás.

 

Jesús, de naturaleza divina, se negó a detentar el rango que le igualaba a Dios. Al nacer, renunció a su propia condición y tomó la nuestra. Se hizo nuestro servidor. Dedicó toda su vida a hacer pasar a Dios de la teocracia más absoluta al servicio más incondicional al Hombre... Entendedlo bien, cristianos todos. Dios se postra a los pies de los hombres. Esa es la gran revelación cristiana. Ese es el Dios verdadero que Jesús nos muestra.

 

Jesús ha subvertido el orden y los valores de la religión. En adelante, el hombre queda constituido en valor supremo; y los discípulos de Jesús, arrodillados junto a su Maestro, servirán a los hombres... Nadie ha tomado más en serio al hombre, nadie lo ha amado más que Jesús... Esa es la verdadera religión de la que nos habla el apóstol Santiago.

 

Insultaría a la Iglesia de los Pobres  -el papa elevó su voz, recalcando así la importancia de lo que decía- si me atreviera a celebrar la Cena del Señor sin compartir con ellos lo que poseo.

¡Cómo ser sordo a los gritos aterradores de los niños que mueren de hambre! ¡Cómo esquivar la voluntad expresa de Jesús: "dadles vosotros de comer"!

 

Sé que dando todo el oro que la Iglesia posee, no solucionaríamos el gravísimo problema planteado. Eso, sin embargo, ni nos excusa ni nos exime. Quien cierra sus entrañas al que tiene hambre, reniega de Dios, rechaza a Jesús y él mismo se condena. "¡Apartaos, malditos, al fuego eterno! Tuve hambre y no me disteis de comer...!

 

Por eso, siguiendo las enseñanzas de nuestro Maestro e interpretando el sentir del apóstol Pedro, que no quiso para sí oro ni plata, en Su nombre y voluntad hago perpetua e irrevocable donación de todos los bienes de la Iglesia Romana a los pobres del mundo entero.

 

Tan sobrecogidos estaban todos que nadie se atrevió a aplaudir.

 

A los obispos católicos  -continuó el papa con voz emocionada y llena de gravedad-, y a todos los pastores cristianos, yo Pedro, vuestro hermano, os exhorto desde lo más profundo de mi corazón: "Vendedlo todo y dadlo a los pobres". Sólo cuando se comparte el pan, Cristo se hace realmente presente ...

 

 

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