AMORCITO. Carta a
Antonio María Rouco
29-6-2005
CRISTINA RUIZ FERNÁNDEZ
MADRID.
ECLESALIA, 29/06/05.-
Querido Antonio María, soy
una joven madrileña, cristiana y practicante. Practicante porque
cumplo con los sacramentos y voy a misa todos los domingos que puedo.
Y además practicante porque intento llevar a mi vida diaria el
Evangelio, aunque con mucho esfuerzo y muchos errores.
Desde hace
algunas semanas estoy sintiendo bastante inquietud en mi corazón. Por
la Iglesia, por el pontificado, por el futuro, por mi fe... por eso he
decidido escribirte esta carta. Y te escribo precisamente a ti porque
tú eres el obispo que me corresponde, el obispo de esta diócesis en la
que llevo viviendo toda la vida, el obispo al que siempre oigo
mencionar en la liturgia, cuando se reza “por nuestro obispo Antonio
María”. De hecho, recuerdo cuando era adolescente ir a misa en
Santander y sorprenderme porque decían otro nombre en esa frase
litúrgica. Para mí el concepto de obispo iba unido a tu nombre...
Luego ya he ido aprendiendo un poco más de jerarquía eclesiástica,
pero tampoco mucho.
El caso es que
últimamente he estado leyendo textos y acercándome a la figura de
Monseñor Óscar Arnulfo Romero. A través de sus palabras y de su
biografía he conocido otra manera de ser obispo... y estoy gratamente
sorprendida. En textos sobre Romero leí la anécdota de una señora,
anciana y pobre, que se acercó llorando al cuerpo de Moseñor durante
el velatorio en la Catedral de San Salvador y exclamaba: “amorcito,
¿por qué te dejaste matar?”. Una y otra vez: “amorcito, ¿por qué te
dejaste matar?”... Así hasta que llegó al cadáver de Romero y
sentenció: “es que tú sí nos querías”. Esta anécdota me revolvió por
dentro y me hizo pensar ¿por qué jamás en la vida llamaría yo
“amorcito” a nuestro obispo Antonio María?
Entonces me di
cuenta de que, pese a ser cristiana comprometida y practicante, te
desconozco por completo y para mí eres una figura lejana, incluso
oscura. Casi, casi, ni siquiera sé cómo suena tú voz. He intentado
leer alguna de tus cartas pastorales, pero se me han caído de las
manos. No tengo ningún recuerdo de tu imagen que no sea de negro y con
tirilla o engalanado para oficiar alguna misa, boda o funeral solemne.
La única anécdota que conozco de tu vida es aquel rumor que trascendió
hace tiempo que afirmaba que llevabas más de diez años sin ir al cine.
No sé si es verdad ni tampoco sé si te sientes cerca o lejos de la
sociedad. Sólo sé que yo te siento lejos.
Siento lejanía
e incluso a veces siento incomprensión, cuando me entero de que no
permites que se apoye la campaña Pobreza Cero en las parroquias y
apareces, sin embargo, embarcado en una especie de “cruzada” contra el
matrimonio homosexual. ¿Por qué, Antonio, es más importante la moral
sexual que la lucha contra la pobreza, que es el mayor mal al que se
enfrenta nuestro mundo de hoy? ¿Por qué te preocupa más que se niegue
las derecho de igualdad a las personas –muchas de ellas no católicas y
otras muchas sí– por el simple hecho de que aman a alguien de su mismo
sexo? ¿Es esta “cruzada” más importante, por ejemplo, que los
Objetivos del Milenio?
Eso es sólo un
ejemplo y no quiero enumerar tampoco todas mis propuestas y mis
demandas para la renovación de la Iglesia. A través de esta carta,
simplemente quiero decirte que necesito sentirte más cercano, que
quiero conocerte, humanizarte, saberte cerca del pueblo, de los
cristianos, de las cristianas y también de los no creyentes. Por eso
en esta carta he optado por llamarte “de tú” en vez de “de usted”,
para sentirte cerca. Eres mi obispo, por el que rezo todos los
domingos, y quiero estar segura de que estás al lado de la gente, de
que conoces nuestras necesidades y de que te implicas a fondo con
nuestras vidas. Quiero quererte, Antonio María, aunque me cueste... y
espero poder algún día llamarte “amorcito, amorcito”; ¿te lo
imaginas?, sería tan bonito...
Todo el mundo,
tenga la edad que tenga y lleve el recorrido que lleve, tiene derecho
a abrir los ojos, mirar la realidad y cambiar sus pasos. Por eso no
pierdo la esperanza.
Un abrazo
fraterno,
Cristina Ruiz
Fernández (cristina-ruiz@wanadoo.es).
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