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¿CRISTIANOS O CRISTIANISTAS?
23-9-2005
Antonio Duato
Moderador y
editor de ATRIO
¿Creyentes en Jesús o defensores de todo el legado cultural del
cristianismo?
A un profesor de filosofía árabe en la Sorbonne y en Munich, Rémi
Brague (Europa, la vía romana, Gredos, 1005), se le ocurrió
distinguir entre cristianos (los seguidores de Cristo) y
cristianistas (los defensores de la cristiandad o
civilización cristiana). De alguna manera explicaba así la diferencia
entre musulmanes (creyentes en Alá) e islamistas (defensores del
Islam). Y aclaraba que el problema del contraste no se presenta tanto
entre creyentes (musulmanes y cristianos) cuanto entre promotores de
civilizaciones vinculadas al hecho religioso (cristianistas e
islamistas) que quieren defender esta vinculación cultural como
exigencia de la propia fe pues ésta se considera desprotegida si no
está integrada en su correspondiente cultura.
Cuando descubrí esta distinción pensé que era muy sintetizadora de la
crítica que se puede hacer a los católicos integristas: son más
cristianistas que cristianos. Pero me di cuenta de que esta apelación,
en vez de tomarla como crítica, los integristas la esgrimían como
lema. Quienes han aireado la terminología y la figura de Brague en
España han sido precisamente los movimientos más integristas: el Opus
Dei que lo invitó a la
Universidad de Navarra
y Comunión y Liberación que le dedicó una entrevista en su revista
30Días .
Vale la pena ver esta última referencia y leer toda la entrevista. Brague intenta ser equilibrado y denuncia el peligro de ser sólo
cristianistas oportunistas, como Charles Maurras de Actión
Française, que se llegó a confesar “católico ateo” para defender
los valores eternos de “la France” frente al liberalismo. Reconoce
que, desde el punto de vista de la fe, lo principal es ser
“cristiano”, pero afirma: “los que defienden el valor del cristianismo
y su papel positivo en la historia me caen desde luego mejor que los
que lo niegan. No pretendo por supuesto desanimarles. Me gustaría
incluso que fueran más numerosos en Francia”.
Hace unas semanas, tras sus vacaciones y su viaje a Alemania,
Benedicto XVI concedió en Castelgandolfo una audiencia especial a
Oriana Fallaci (ver
Wikipedia,
donde se hace referencia a la última entrevista traducida por
Libertad Digital.
Véase también la noticia de la audiencia y el debate surgido en
Religión Digital).
Oriana Fallaci, es hoy el icono de la moderna cristianista europea que
“habla claro” contra la amenaza del Islam. Consternación y escándalo
en el Vaticano. Se justificó la entrevista porque ella la había
pedido, tal vez porque se quería convertir… ¿Una señal de simpatía del
nuevo papa hacia los nuevos “aliados útiles”, los cristianistas laicos
e incluso ateos, los nuevos “teocon”? Más bien esa es mi
interpretación.
Y la fuente de una enorme preocupación que me asalta
desde hace años: ¿qué es lo que a dominar como
objetivo estratégico
principal de la comunidad eclesial? ¿La causa de Jesús, depurando su mensaje para que puede llegar a ser fuente de inspiración a los
hombres de todos los tiempos y culturas? ¿O la causa de la Cristiandad
como tipo de civilización (arte, símbolos, catedrales, relato de los
reyes magos en Mateo, reliquias de los reyes magos en Colonia…) porque
es una civilización que recogió la memoria de Jesús en el pasado y es
la única que ayuda a perdurar su memoria y seguimiento en el futuro?
Pero esto me introduce en otro tema que desarrollaré otro día: ¿Es
Benedicto XVI un gran catequista? Por lo menos no es un actor que
comunica con gestos y entonación. Habla con palabras y a la
inteligencia. Pretende encaminar a Jesús. Pero, ¿hasta qué punto parte
de experiencias cristianistas más que de experiencias e imágenes de la
gente de hoy? Invito a leer y analizar bajo este prisma todos sus
discursos.
Su mensaje es realmente lo que queda escrito. Tiene la ventaja de que
mantiene su valor aunque desaparezca el glamour mediático que rodeaba
la comunicación típica de Wojtyla. Y de la primera y trascendental
visita de Benedicto XVI a Colonia tenemos todos los discursos y
homilías en Ecclesia nº 3272-73 o en
Vatican.va o la página oficial de las
Jornadas Mundiales de la Juventud. Antes de exponer mis
conclusiones de esta lectura espero otras impresiones y comentarios.