ACABAMOS DE LEER Y COMENTAMOS:

-Diócesis de Bilbao con fondos en Jesey Después de lo de Gescartera, donde estaba implicada sobre todo la diócesis de Vallaolid, le ha tocado ahora a la diócesis de Bilbao tener que reconocer que tenía una cuenta de 1,3 millones de euros en el BBV Privanza de Jersey. Desconocemos cómo y por qué en una diócesis que se ha caracterizado siempre por un funcionamiento ejemplar de los organismos diocesanos de gestión y corresponsabilidad diocesana se han producido estos hechos, que el comunicado emitido no aclara suficientemente. Pero sabemos que allí, como en todas las diócesis y congregaciones religiosas, se produce un doble conflicto que ya tiene su origen en el mismo nuevo testamento: en primer lugar, compaginar la astucia especuladora que hace fructificar los millones rcibidos con la simplicidad de la pobreza evangélica; y por otra, el querer presentarse como una asociación humaniaria más y acogerse después al derecho concordatario que le da a la Iglesia Católica unos privilegios muy especiales en la recaudación y el tratamiento fiscal de sus fondos.

         Sobre el primer conflicto, la manera de administrar los bienes, escribió un comentario muy acertado el profesor de la Facultad de Económícas de Valladolid, José Miguel Rodríguez, en el nº 207 de IGLESIA VIA: La comunión eclesial y las responsabilidades eclesiásticas a la luz de le gestión de carteras. De este artículo queremos resaltar este párrafo final:

¿Nos da miedo salir en los periódicos por estos temas, que todo el mundo se entere del dinero que tenemos y dónde y en qué condiciones lo invertimos? ¿Por qué no nos comprometemos en la Iglesia a la difusión pública de cuentas anuales detalladas, informes de gestión y auditorías? Sería el comienzo de un proceso de información coherente con la "mayoría de edad" que hoy tienen nuestras comunidades. A la vez, permitiría implicarse en pedir explicaciones pormenorizadas sobre las procedencias y los empleos del dinero, lo que, en paralelo, debería llevarnos a preguntar acerca del cumplimiento de los planes pastorales (y las correspondientes responsabilidades), poniendo fin así a una de pocas organizaciones del mundo en que todavía sólo se responde ante Dios y ante la Historia. ¿O es que es esto último lo que, en realidad, da miedo?"

          Sobre el segundo conflicto, la pretensión de gozar del derecho común de cualquier persona jurídica sin renunciar a los privilegios concordados, va a publicarse en la revista FRONTERA un interesante estudio de Victor Urrutia que tiene, respecto al caso que comentamos una doble sisgnificación: ser miembro de la comunidad cristiana de Bilbao y haber sido director gneral de asusntos eclesiásticos en uno de los gobinos de Felipe González. El artículo puede consultarse ya en Internet y tiene el título de "Las cuentas claras: aportaciones economicas del estado a la iglesia catolica". Puede consultarse el texto en Internet. Pero poemos sacar de este artículo esta consideración final que hace el autor:

No son conocidos, ni siquiera entre los cristianos activos y participantes en las organizaciones eclesiales, los procedimientos de asignación económica así como el control de la gestión (auditoria) de los distintos capítulos presupuestarios. Algo poco corriente entre las organizaciones cívicas (económicas, políticas, culturales...). Lo que en la sociedad vive la mayoría de los cristianos no es posible vivirlo en la Iglesia. Esto exigiría implantar, entre otros ámbitos eclesiales, en los Consejos Diocesanos una nueva cultura democrática y, en definitiva, unas nuevas relaciones de igualdad y corresponsabilidad con el laicado. Muchos fieles ya no se conforman con orar, obedecer y contribuir. Cada vez más, esos fieles preguntan: ¿por qué?. Y, por supuesto,  otros muchos quieren también decidir.