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ACABAMOS DE LEER Y COMENTAMOS

Por encima de las Leyes

Si se asume la democracia liberal hay que asumir también que ninguna concepción del bien, tampoco la de la Iglesia católica, puede ser el núcleo de la ética pública

En la refriega armada la semana pasada en torno a la pastoral de los obispos vascos se nos había pasado comentar un artículo importantísimo de Gregorio Paces-Barba el sábado día 1. Bueno será leerlo o releerlo en este siguiente fin de semana, acudiendo al archivo de El País o qiedándose en Atrio y pinchando aquí.

Este artículo es importante en primer lugar por la relevancia de su autor. Gregorio Peces-Barba, Catedrático de Filosofía del Derecho y Rector de la Universidad Carlos III, proviene del grupo de cristianos e Cuadernos para el Diálogo. Se incorporó en la transición al PSOE, siendo diputado desde el 77, miembro detacado de la Comisión que hizo la Constitución y Presidente del Congreso de Diputados desde 1982 a 1986. Salió de la actividad política de primera fila con gran dignidad, sin abandonar su militancia en el PSOE donde algunos creen que no consiguió subir más por sus orígenes cristianos.

Y sobre todo nos ha interesado porque plantea el problema más propio de ATRIO y que ha ocupado la atención esta última semana a propósito de la pastoral que su artículo, anterior en la redacción, no llega a citar . ¿Cuándo y cómo la aportación de cristianos a la democracia constitucional es aceptable y bienvenida y cuándo y cómo es dañosa y rechazable?

Si la Iglesia -los obispos o grupos cristianos- quieren, como dicen con frecuencia, ser una voz más en una sociedad democrática, deberán acoger la lógica y los principios de ésta y renunciar a sus "ticks" agustinianos de sentirse "ciudadanos" de una ciudad superior y modelo a la que se tienen que subordinar -en materia de verdad y bien- las otras sociedades terrenales.

Peces-Barba analiza cómo parecía que con Juan XXIII y el Vaticano II esta aceptación por parte de la Iglesia de la moderna democracia se estaba produciendo. Pero con Juan Pablo II se ha ido volviendo, inseniblemente para muchos, a un planteamiento típicamente agustiiano de los dos órdenes o ciudades. Y cada vez esta mentalidad va apareciendo en más documentos de la Iglesia y en hechos de presión política desde supuestas prioridades de la verdad y el bien supremo. El Estado, con frecuencia, va cediendo, como en el caso de la enseñanza de la religión, de la ayuda económica a la Iglesia, etc...

Y este análisis y esta crítica de profundidad a Iglesia actual, en este caso más a la representada por el cardenal Rouco que por los obispos vascos que  no cita, la hace Peces-Barba confesando su condición de cristiano progresista en la que tantos nos identificamos: "la afirmación (por parte de la Iglesia) de su aceptación de la democracia, de sus valores, de sus principios y de los derechos humanos, será pura retórica oportunista, que no merecen tantos y tantos cristianos que luchan por la dignidad de todas las personas, y tantos y tantos intelectuales creyentes que han luchado también por la compatibilidad entre el liberalismo político y la Iglesia católica". Antonio Duato 

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