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La canonización del capuchino y de sus estigmas

Hoy, domingo 16 de junio, el Papa va a canonizar al Padre Pío. Es la primera de las tres grandes canonizaciones anunciadas para este año. La única segura. Porque las otras dos pueden no celebrarse: la del indio Juan Diego, que tenía que celebrarse en la Basílica Guadalupana de Mexico a final de julio ya no consta en el programa de viajes del Papa que en todo caso iría a Toronto sin detenerse en Mexico. Y la del fundador del Opus Dei, prevista para el 10 de octubre, podría suspenderse también por los problemas del Papa.

La canonización de Francesco Forgione, nacido en Pietralcina, P. Pio de Pietralcina, va a ser un acontecimiento popular extraordinaruio en Roma, como cuenta hoy Rubén Amón en El Mundo, Juan Vicente Boo en ABC. Ya comenta Rubén el negocio de reventa de entradas para estar en la Plaza de San Pedro y la insólita cobertura que le va a dedicar la RAI. Y eso que la RAI ya le dedicó hace unos días el último programa de temporada del famosísimo "Porta a porta", programa líder de debate en Europa. Pero esta vez no hubo debate: ahí estaban todos al unísono, desde Adamo que cantaba en San Givanni Rotondo, hasta el niño Matteo curado de una meningitis por el Padre Pío y que se ha hecho ya famoso por ser el milagro de la canonización, y hasta el indestructible Andreotti.

La biografía oficial del Padre Pío puede verse en la página oficial del Vaticano, una de las páginas nominadas para el "Oscar" de las WEB.

¿Por qué es tan popular? Sencillamente porque tiene fama de hacer milagros desde hace muchos años y porque San Giovanni Rotondo es ya un centro de peregrinación como Lourdes o Fatima. ¿Qué es lo que busca hoy la gente? Milagros, portentos, curaciones, vengan de donde vengan... Cuando un fenómeno así se produce, el pueblo lo toma y de alguna manera escapa a la Iglesia, que se esfuerza en darle otro sentido: las virtudes del nuevo santo, la llamada a la oración, la caridad con los que sufren.

La Iglesia desconfía con frecuencia de los milagreros. Porque hechos y curaciones que escapan al normal desenvolvimiento de la naturalez existen a a montones en todas las culturas y religiones. Y cuando aparecen en hombres de la Iglesia, la primera reacción es desconfiar: a Milingo se le quitó de la diócesis porque hacía milagros. Otros estigmatizados, que además sólo se alimentaban de la eucaristía, han quedado en la oscuridad: Teresa Neuman en Alemania, estigmatizada y respetada pesonalmente por Hitler, Marta Roubin en Chateauneuf de Gallaure en Francia... Son todos fenémenos extraños. Pero unidos con frecuencia a personalidades con rasgos psicoides o con pretnsión de conducir a otros en nombre de Dios.

También del Padre Pío desconfió la Iglesia. Se conoce la especial alergia que tenía Juan XXIII a dar respaldo eclesial a este tipo de milagros y cómo se opuso a la fama de santidad que ya tenía en su tiempo el Padre Pío. Incluso hubo un proceso ante ciertas acusaciones que llevó el que sería después Cardenal Micara.

Pero con Juan Pablo todos este tipo de fenómenos religiosos está en alza. El Papa Wojtila sintoniza con toda manifestación milagrosa pues cree que su vida ha sido objeto de ese mismo tipo de intervención divina. Creo, por ejemplo, que no se asustaría en visitar -otros nos "asustamos"- una página como esta italiana que tiene por nombre Preghiere a Gesu e Maria y que es una curiosa colección de apariciones y milagros, desde Garabandal a Medjugorje. Véase en esta página la sección libri.

En el caso del PadrePio estos fenómenos y esta devoción popular milagrera han ido acompañados de una obra de grupos de oración extendidos por todo el mundo y que no representan una organización rígida o grupo de presión. Pero lo peligroso es cuando una organización con medios económicos y ambición de poder e influencia en todo el mundo centra su estrategia en la canonización de su fundador. No va a ser difícil, a fuerza de repartir estampitas y recomendar que se rece al Padre, conseguir un hecho extraordinario, de los muchos "milagros naturales" que todo médico sabe que se producen, que pueda unirse por procedimiento canónico a ese candidato a Santo. Ahí está lo escandaloso. No ya las preferencias personales de un papa por un determinado tipo de "signos de presencia divina". Sino que el mismo Derecho Canónico prevea que dos comisiones, una de científicos y otra de teólogos, pueden determinar con certeza tal de hacerlo objeto de declaración infalible, que una determinada curación sólo se puede explicar porque Dios ha intervenido de forma sobrenatural para afirmar que esta persona es un modelo para todos los cristianos del mundo.

En el caso de Escrivá de Balaguer esta definición de santidad nos escandalizaría y sobre todo si -como algunos pretenden, ya que santos hay tantos que serlo es ya "ser de tropa"- se llega a declararlo Doctor de la Iglesia. Y la del Indio Juan Diego también porque sería confirmar una vez más que la Iglesia puede construir personajes históricos de mitos, ya que parece que -como San Jorge- no existió históricamente Juan Diego.

Pero si se llegan a producir estas otras canonizaciones ya las comentaremos. A.D.    

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