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ANTE EL 11-9: RECORDEMOS LAS VÍCTIMAS, PERO TODAS.

Antonio Duato

Se está produciendo una impresionante movilización mediática al aproximarse la fecha del 11 de Septiembre. Entre los muchos objetivos que persigue esta movilización (comerciales y políticos sobre todo- ¿Se va a hacer coincidir con el ataque a Irak?) el único motivo que se presenta para este inusitado despliegue es el de "recordar a las víctimas".

Esto está bien. Recordémoslas, pero todas.

He aquí un elenco de las víctimas que hay que recordar ese día:

-Un número desconocido de víctimas civiles inocentes en Afganistán. Superan con mucho los 3.053 (estas sí que están bien contadas) que produjeron los cuatro aviones bombas del 11 de Septiembre. La última noticia de afganos muertos "por despiste",  entre 50 y 200, es el aquellos que estaban celebrando una boda.

-Un número enorme, también desconocido, de muertos y desaparecidos como consecuencia de los hechos del 11 de Septiembre, esta vez de 1973, cuando las tropas de Pinochet, asesoradas por EEUU, atacaron el palacio presidencial de Chile ocasionando la muerte de Allende y de miles de sus seguidores. O de los que, como decía con cinismo el embajador USA a Jack Lemon en la película "Missing", estaban por equivocación ese día en un sitio erróneo...

-Los miles de muertos en este último año en Palestina e Israel, en un conflicto provocado por Sharon que se aprovechó claramente del terror surgido el 11 de Septiembre para justificar su escalada de violencia.

-Y muchos millones más de víctimas, efectos colaterales del armamentismo occidental y de la inhibición de la ONU, que por no tener no tienen ni lugar ni fecha para ser recordados: entre los muchos recogemos este documento de Manos Unidas que acabamos de recibir:   los centenares de miles (sic) de muertos que la guerra civil entre Hutus y Tutsis ha ocasionado ya en Burundi. 

-Finalmente los civiles iraquíes que previsiblemente van a morir como consecuencia de una guerra en la que está empeñado un presidente que necesita "alibis" para hacer olvidar sus fracasos y que juega con el mundo, sin hacer caso ni a sus mejores consejeros, con la inconsciencia de un niño malcriado, sin que nadie -ni la ONU ni la Comunidad Europea- le pare los pies.

 

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