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¿San Josémaría Doctor de la Iglesia?   

 

Antonio Duato.

Hará falta tiempo para digerir el atracón de Opus de estos últimos días. Apabullados por los medios y por el apoyo de las "autoridades civiles y religiosas" más aún de Italia que se España, sólo leves voces críticas se han alzado. Algunas de ellas las refieren en El Mundo Rubén Amón y José Manuel Vidal . Y otras nos han llegado a través del excelente servicio ECLESALIA.

Pero para mí el escrito más significativo es el artículo del Cardenal Ratzinger,  publicado en L'Osservatore Romano el mismo día de la canonización.  No puede uno olvidar la tremenda responsabilidad eclesial del Cardenal, el encargado supremo de promover correctas  expresiones nuevas de la Fe en el mundo de hoy, ni el poder de una organización como el Opus, que ha manifestado ya su deseo de que su fundador no se quede en ser un santo más entre los muchos del Opus que habrá algún día sino que sea proclamado Doctor de la Iglesia.

En este sentido son significativas las aportaciones que ha hecho San Josémaría al progreso doctrinal de la Iglesia, según Ratzinger:

1. Su teocentrismo: "constituye para mí un mensaje de gran importancia el teocentrismo de Escrivá de Balaguer: está en coherencia con las palabras de Jesús esa confianza en que Dios no se ha retirado del mundo, porque está actuando constantemente, y en que a nosotros nos corresponde solamente ponernos a su disposición, estar disponibles, siendo capaces de responder a su llamada. Es un mensaje que ayuda también a superar lo que puede considerarse como la gran tentación de nuestro tiempo: la pretensión de pensar que después del big bang"

2. Su concepción de la santidad: "sabiendo que en los procesos de canonización se busca la virtud «heroica» podemos tener, casi inevitablemente, un concepto equivocado de la santidad porque tendemos a pensar que... la santidad estaría reservada para algunos «grandes» de quienes vemos sus imágenes en los altares y que son muy diferentes a nosotros, pecadores normales. Tendríamos una idea totalmente equivocada de la santidad, una concepción errónea que ya fue corregida --y esto me parece un punto central-- por el propio Josemaría Escrivá".

Señor Cardenal, ¡enhorabuena por haber encontrado esa luz en  obviedades tan grandes, que Usted dice que no estarían claras hoy sin la vida y obra de Escrivá! Pero Usted está diciendo más y ahí es donde me permitirá que discrepemos: que realmente Dios es el que quería esa obra como propia -por eso es legítimamente "Opus Dei"- y que Escrivá no fue sino un mero instrumento de Dios porque así dice que lo vivió. ¿Y cómo lo prueba? ¿Porque así lo ha decidido un proceso canónico al que no see ha permitido la presencia de críticos? ¿Por la prueba de los hechos? ¿Y por qué no decir que Dios sigue obrando también a través de la obra de Moon, ese laico evangélico que dice oyó en las cárceles de Corea del Norte ese mandato de Dios a predicar, sin saber cómo lo iba a conseguir y hoy tiene millones de seguidores que pueden "atreverse a responder a nuevos desafíos y no tienen miedo: porque quien está en las manos de Dios, cae siempre en las manos de Dios. Es así como desaparece el miedo y nace el coraje de responder a los retos del mundo de hoy"?

En definitiva, sí que hay un hecho distintivo en el Opus que le ha hecho a Usted y a su Jefe Superior decantarse de esta manera tan evidente por un determinado modelo de cristianismo, tragándose todos los camellos que ha hecho falta y arrojando a las tinieblas a otros modelos de cristianismo por posibles "deficiencias doctrinales". Es esa cualidad de los hombres del Opus que Usted expresa: la desarmante simplicidad con que unen una absoluta fidelidad a la gran tradición de la Iglesia y la apertura a los desafíos de este mundo.

Desde luego "desarmante simplicidad", sí. "Fidelidad a la actual línea teológica del pontificado", también. Pero acompañada con frecuencia de incoherencia evangélica, de doblez por no decir hipocresía, de proselitismo manipulador, de crueldad hacia el crítico disidente, de oportunismo y egocentrismo institucional y de otras muchas casas oscuras en la obra y en el fundador que deliberadamente se han silenciado estos días. De cada una de estas características pondríamos ejemplos. Pero no es el caso.

¡Ojalá, Cardenal, en otros casos sobre los que tenga que opinar sea tan solícito en sacar lo bueno y disimular "las pajas"!    

 

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