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ALGO BULLE EN LAS DIÓCESIS DE ESPAÑA

La primera impresión que da la vida de la Iglesia en la ciudad y en los pueblos es la de tristeza... Da la impresión de que estamos al comienzo del fin de algo.

Estas palabras son de un documento que nos ha enviado el Foro Millán Santos de Valladolid. Es el primer documento de trabajo de una reflexión conjunta de cristianos, surgida en torno a la memoria del que fue párroco de la barriada obrera de Delicias desde los años 70, el querido Millán Santos fallecido el pasado mes de marzo, alma de todo el movimiento de base en Valladolid. El hecho de que pronto va a tener que nombrarse un nuevo obispo anima esta convocatoria a una reflexión diocesana conjunta que culminará con el documento definitivo tras una asamblea abierta en el mes de octubre.  

De varias diócesis nos van llegando los mismos testimonios. Cuando parecía que aquellas energías de renovación desde la base y en sintonía con los pobres que había suscitado el Vaticano II estaban muertas o arrinconadas, dejando el camino libre a los nuevos movimientos y nuevos modos de gestión clerical que propugnan la "nueva evangelización" de Wojtyla, algo empieza de nuevo a bullir en las diócesis.

Y tienen en común estos movimientos y foros -esta es la palabra más usada, aunque se va introduciendo la de "red"- su memoria de la época posconciliar,  eligiendo a veces como emblema a un personaje local que encarnó este espíritu ejemplarmente: Joan Alsina en Girona (pueden verse sus documentos, ya famosos, pinchando aquí), Millán Santos en Valladolid.

Otras experiencias son los Foros de cristianos que se vienen celebrando anualmente en Barcelona, Valencia y otras muchas diócesis. Y algunos documentos que nos llegan de diócesis en sede vacante, como Ourense.

Ese "comienzo del fin de algo" no creo que sea simplemente el fin de un episcopado o de un pontificado que va a exigir un nuevo nombramiento o elección. Parece que se presiente que es el fin de un modelo de "nueva evangelización" desde arriba a través de la presión confesional y el fortalecimiento de las estructuras eclesiásticas. A la postre, en las bases, está creando un vacío de espíritu y una tristeza que contrasta con el ambiente que vivimos al final del Concilio.

Muchos fallos pudo tener aquella época de renovación, de comunidades de bae, de conexión con el pueblo. Algunos creían que se iba a hundir la Iglesia con tanto cambio y tanta vuelta a las bases. A la muerte del reflexivo Pablo VI, buscaron un Papa leader y populista que volviera a congregar masas en torno a la Iglesia. ¿Para que ese esfuerzo de educar militantes poco a poco con la revisión de vida cuando hoy hay movimientos que son capaces de llenar plazas y estadios para dar la bienvenida la Papa o celebrar vigilias marianas?

Santos Millán, como otros muchos, fue un cura de barrio, lleno de fe, pero también un educador popular, en la línea e Paolo Freire, la que construye personas y creyentes, no fanes. El espíritu del posconcilio, que hoy vemos renacer en muchos sitios, se basaba en este hacer a la persona el protagonista de su vida y de la historia, con capacidad crítica, con lectura profunda y realista del evangelio de Jesús. Y éste es el espíritu que sigue impulsando una renovación a fondo de la comunidad cristiana. Se paró el posconcilio cuando se había empezado a saltar el abismo que separa la fe del mundo. Y claro, el batacazo, frenando por miedo a mitad salto, era seguro. A.D.

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