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Una patria amable y cívica

Amor a la patria, virtud cristiana. Pero ¿qué patria?. La chica, la grande, la nación, el estado, la  constitución... Es necesario seguir pensando y aclarando ideas. Lo que está claro es que ninguna patria cívica puede construirse sobre una prirámide de víctimas. Y si las ha habido el primer deber patrio es honrar su memoria. 

El último artículo de Imanol Zubero, columnista de la edición para el país vasco de El País, puede ayudar a ver cómo lo que muchos españoles ven como actitud ejemplar y "piadosa" de un Cardenal -el primado emérito besando la bandera española- otros lo ven como una provocación. Pero la referencia que hace a Leon Felipe y la violencia aceptada por la Iglesia me hace pensar: y si levantara la cabeza Leon Felipe ¿qué actitud le alarmaría más? ¿La simbólica y tal vez algo tonta de unos cardenales besando la bandera española o la "comprensión" episcopal hacia un partido que  vitorea a los gudaris que sí que llevan armas reales, que matan y asesinan sin piedad diciendo "Ojo... ¡el que se mueva!... "? 

Y para crear esa "patria amable y cívica" que propugna Imanol Zubero -profesor de Sociología en la Universidad del País Vasco, que expresó su claro desacuerdo ("Pena de documento") con la pastoral- deberán los vascos acostumbrarse a salir de su enclave y oir muchas voces indignadas de quienes creen que los que defienden hoy la "patria vasca", consciente o inconscientemente, están haciendo una discriminación radical y el juego a los verdugos. Nos ha llegado un manifiesto dirigido a la opinión pública por una comunidad de base  andaluza, "Pecado eclesial vasco",  que es enormemente significativo de una extendida mentalidad hoy, precisamente entre cristianos de base progresistas.

 También podría servir a los que por encima de todo se sienten españoles el acostumbrarse a conocer su historia y las muchas pirámides de víctimas que amontonó la construcción de esa patria española que se quiere con frecuencia identificar, consciente o inconscientemente, con la única "patria constitucional" de los españoles. Varias de las frases del documento andaluz referidas la la "construcción nacional" en Esukadi podrían describir lo que se ha hecho en la historia antigua y reciente de España: "¿cuántos miles de heridos y traumatizados?; ¿cuántos exiliados, o amedrentados, aterrorizados, enmudecidos, por no convertirse?".

Tenemos una Constitución, fruto de un pacto tras una guerra civil y una larga dictadura, que -en un difícil equilibrio no exento de ambigüedades queridas- habla de la "indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran" (art. 2). ¿Cómo pueden compaginarse cívica y amablemente los dos niveles de nacionalidd? ¿Cuáles son esas "nacionalidades" -algunas de las cuales están reconocidas en el texto con el título de "históricas"- y hasta dónde puede llegar su "reconocido y garantizado derecho a la autonomía"? Una patria amable y cívica -y España, patria común, lo debería ser- debe llegar a conseguir que todos los que la componen lo hagan porque quieren, arbitrando todas las posibilidades constitucionales posibles para ello o incluso la capacidad reformadora que preve la constitución.

Como eslogan y poyecto de trabajo, para unos y para otros, sirve el título que ha puesto Imanol a su artículo: ¡por una patria amable ycívica!. A.D.

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