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La conferencia del Sida enfrentada a EE.UU. y a la Iglesia Católica.

La extraordinaria y multifacética Conferencia Internacional AIDS 2002 que se acaba de clausurar en Barcelona (puede visitarse para conocer su complejidad la página oficial de la Conferencia: www.aids2002.com que tiene grandes deficiencias) ha mostrado el profundo contraste entre esta comunidad internacional de esfuezos  y las políticas de dos grandes imperios, Estados Unidos y la Iglesia Católica, curiosamente unidos en promover, por fines diversos, una misma solución al Sida: la abstinencia sexual.

Aunque la Iglesia Católica atiende a una cuarta parte de los enfermos de SIDA en el mundo entero (véase La Razón), no ha sido ni siquiera invitada a intervenir en la Conferenia de Barcelona. Ya se conocía cuál era su incambiada posición respecto al uso de preservativos, el medio que se ha probado más eficaz para limitar la propagación de la epidemia por transmisión sexual.

Un rechazo tan fuerte, incluso en un asunsto como este de vida o muerte de millones de personas, no podía digerirlo una organización que se ha mostrado tremendamente dura con toda clase de hipocresías que están mostrando los gobiernos y las multinacionales. Las multinacionales aspiran sólo a ganar dinero con el SIDA y los gobiernos no cumplen con las ofertas de fondos pactadas. Incluso el Presidente Bush ha llegado a justificar su inhibición respecto a este problema, alineándose con las tesis de quienes creen que la solución radical de este problema está sólo en la castidad y la abstención de sexo y drogas.

Por eso es curioso ver cómo El Correo une como destinatarios de una de las pricipales conslusiones de la Conferencia a la Iglesia Católica y a la Administración de Bush, al decir que no hay ni un solo estudio en el mundo que demuestre que esta práctica sirva para frenar el VIH.

Esta misma actitud de estupor ante la postura intransigente la Iglesia Católica apareció también en una mesa redonda organizada por Associació Unesco per al Diàleg Interreligiós sobre Espiritualidad y Sida  de la que da noticia María Paz López en La Vanguardia. Todo lo que puede aportar la religión, y en concreto la cristiana, para acompañar e incluso curar a estos enfermos, queda ensombrecido por esa dureza con que se impide la difusión del medio más eficaz para evitar el contagio por una de las vías más frecuentes, las relacions sexuales. 

 

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