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opción TÁCTICA DE LA jerarquía CATÓLICA ante el REFERENDUM de italia 10-06-2005
Antonio Duato ATRIO, 10-06-2005 El domingo y lunes 12-13 de junio se va a celebrar en Italia un referéndum en el que la jerarquía católica, guiada por el cardenal Ruini y apoyada sorprendentemente por Benedicto XVI, se ha implicado a fondo imponiendo a todos los católicos nada menos que la abstención. ¿Por qué? Cuando se entiende el fondo del asunto y se coloca este referéndum y esta opción impuesta en su contexto, más indignante aparece la injerencia política en la conciencia de los fieles. Hay que partir del año 1974, cuando la jerarquía apoyó con todas sus armas un referéndum para abolir la ley del divorcio. Fue un enorme fiasco. Algunos creyeron que se había roto para siempre la compattezza del voto católico y se anticipaba el fin de la democracia cristiana, como así fue. Treinta años después, el parlamento italiano aprobó una tímida ley sobre la fecundación asistida, que más bien parecía una ley superprotectora de los derechos humanos del embrión. Prácticamente se hace con ella imposible la utilización de las nuevas técnicas de fecundación ya en uso en otros países. La Iglesia, que estaba decidida con Juan Pablo II a hacer de la bioética su línea de resistencia, su moderno “Non possumus” a los avances de la ciencia -la defensa de la vida y de la naturaleza tienen aire moderno y se presenta como ayuda al más débil-, se opuso a la ley, quiso impedirla y después derogarla. Pero no pudo política ni constitucionalmente. El referéndum promovido ahora por quienes quieren modificar la ley 2004/40 para hacerla más amplia y realista le ha dado la ocasión de entablar una gran batalla, la primera -junto a las que se realizan en España por otros temas- de la nueva estrategia eclesiástica. La jerarquía ha encontrado la jugada táctica que le puede permitir conservar la ley, considerada un mal menor. Recomendar el NO a esas cuatro preguntas propuestas, tendentes todas a ampliar y hacer viable la nueva ley (por ejemplo, permitir fecundar más de tres óvulos in vitro o utilizar en caso de necesidad semen de un donante ajeno a la pareja) hubiera sido arriesgado por temor de perder frente al SI. Pero recomendar la abstención (con la excusa de que ni con la ley limitada se estaba de acuerdo), era apropiarse de la pasividad que acompaña a todo referéndum de este tipo y aspirar a que no consiga el 50% necesario de votantes para que sea válido y se aprueben las modificaciones propuestas. Jugada verdaderamente hábil del Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana que ha movilizado a sus filas más tradicionales pidiendo una abstención, legalmente permitida por las leyes italianas en caso de este tipo de consultas, pero políticamente y éticamente destructoras de democracia. Los eslóganes son tremendos y falaces: "el que vota favorece la muerte de niños", "abstente y elige la vida"... Y lo que más ha sorprendido es que el mismo Benedicto XVI se haya empleado a fondo en esta opción táctica diciendo a los obispos italianos reunidos en asamblea el 30 de mayo: «precisamente con su claridad y espíritu concreto, vuestro compromiso es signo de la solicitud de los pastores por todo ser humano, que no puede ser reducido nunca a un medio, sino que siempre es un fin, como enseña nuestro Señor Jesucristo en su Evangelio, y como nos dice la misma razón humana». Parece que sus palabras fueron aún mucho más elogiosas a la iniciativa de Ruini de lo que reflejó el texto oficial. El cardenal, que ya había pronosticado que el nuevo papa sería quien promovería en Europa la operación de “renovación cristiana” que estaba imponiéndose en la sociedad norteamericana con los neoconservadores y Bush, está radiante, esperando el resultado del día 13 de junio. "¡Ojalá llueva y salga aún menos gente a votar!" estará pensando, frotándose las manos. ¡Bella rivincita del 74! Se comprende cómo están las verdaderas conciencias de los católicos ilustrados y conscientes, incluso de quienes tal vez votarán en conciencia no a las preguntas sobre ampliación de la ley. ADISTA (si se prefiere versión en español aunque imperfecta pinche aquí: vale la pena recorrer todo el documento) ha promovido un manifiesto pidiendo respeto a la libertad de conciencia en un tema como este tan complejo y ha recogido más de mil firmas. De todas formas la contestación interna en la Iglesia no ha sido tan fuerte como en 1974, cuando la pretendida abrogación del divorcio. Se nota el rodillo de Wojtyla "normalizando" episcopados y movimientos. Las personas incluso más sensatas de la política y de la cultura italiana rechazan de plano esta injerencia táctica de la Iglesia pidiendo la abstención. El mismo vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores Fini ha dicho que promover la abstención es un gran error. Y el recientemente elegido para el premio Príncipe de Asturias, Giovanni SARTORI, se expresaba recientemente en el conservador periódico Il Corriere della Sera (¡VER!) contra el disparate de atribuir a los embriones recién fecundados la categoría de sujetos de los derechos humanos: “Desafío a cualquier ruiniano (de Ruini) a presentar una definición de ‘persona humana’ que se aplique al embrión”. Y entre los ruinianos está también ahora el papa, que fundamenta la solicitud pastoral en la razón humana que nos dice que un embrión es una persona y por tanto no puede ser utilizado como medio sino como fin. Pero aludir a la razón como argumento significa argumentar y entrar en debate público, permitiendo también la réplica. No esperar a que le creamos ciegamente porque es papa o porque él sabe tanta filosofía que hasta fue invitado a debatir con Habermas. A este Debate se ha referido el Secretario del episcopado Martínez Camino, jurado del Premio de Asturias de ciencias sociales, para decirnos la suerte que hemos tenido todos con el nuevo papa. Ese fue un debate de guante blanco, en la Academia Católica de Baviera, con un Habermas demasiado respetuoso, según algunos, con las críticas a la modernidad que encierran trampa. ¿Por qué no se recoge el guante lanzado por el otro premio Príncipe de Asturias Sartori? Y si Ratzinger está demasiado alto para hacerlo, que lo recoja en su nombre el listo miembro del jurado que lo nombró y que supongo conocía el pensamiento de Sartori. ¡Ya está bien! La función petrina y la episcopal de servicio a la fe auténtica y a la comunión de todos los creyentes en Jesús es otra cosa.
POSTDATA: Que un jurado en el que participaban Fraga y Martínez Camino haya dado el Premio Príncipe de Asturias al profesor Giovanni Sartori es una gran sorpresa, tal vez debida al desconocimiento de su obra. Yo lo citaba hace dos años en un artículo que escribí en el número 214 de Iglesia Viva sobre "Iglesia y mundo en el pontificado de Juan Pablo II". Me llamó la atención la rara sinceridad con que se expresaba Sartori en este punto. Creo que algún lector agradecerá que reproduzca aquí el apartado en que le citaba, pues está en estrecha relación con el tema del que nos acabamos de ocupar:
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